¿Me amas?

Señor, no quiero escuchar esa insistente pregunta que le hiciste a Pedro y que tanto lo entristeció, quiero estar seguro de mi amor por ti y la mayor prueba de esto, será compartir de tu amor y servir a otros. Amén.

«Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas».
«Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno».

Así como Pedro negó a Jesús tres veces, nuestro Señor le dirigió tres veces la misma pregunta: ¿Pedro me amas? “Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez”. Nada penetra hasta lo más profundo del corazón, como la Palabra de Dios. El Señor estaba mostrando a Pedro, cuál debía ser su real y verdadero afecto y el centro de su vida y comprendió lo que significaba su insistente interrogación.

Será que Jesús tendrá que repetirnos esa misma pregunta para que entendamos cuanto le amamos y que Él conoce todas las cosas, hasta los secretos más íntimos de nuestro corazón. Necesitamos que Jesús sea el centro de nuestra vida. Y que así como en Pedro, no quede el menor ápice de engaño en nuestras mentes, para nunca ser engañados otra vez. No debemos sorprendernos de que nuestra sinceridad sea cuestionada, cuando con nuestros actos hemos hecho que se vuelva dudosa.
Es bueno que nuestros errores nos vuelvan humildes y alertas, y nos lleven a orar pidiéndole a Dios que escudriñe nuestros corazones y nos pruebe a ver si somos capaces de resistir la prueba, o si volvemos a negarlo otra vez.
Por último entendamos que nadie que no ame a Jesús de verdad, está capacitado para amar y cuidar a la grey de Dios.