Mansos y humildes como Jesús
2017-01-27
1. Oración inicial
Señor, danos un corazón humilde y un espíritu contrito, para tener conciencia de lo peligroso que son el orgullo y la arrogancia, haciéndonos creer que somos justos por méritos propios, impidiéndonos reconocer nuestra necesidad de Dios y alejándonos de ti y ser agradecidos con las personas, que nos han ayudado a llegar donde estamos.
2. Lee la palabra de Dios
«Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.», Mateo 11:29
«Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.», Lucas 18: 10-14
3. Reflexiona
Debiéramos hacer nuestra la oración del publicano porque necesitamos la misericordia de Dios todos los días. No permitamos que el orgullo nos impida reconocer la necesidad de Dios, y ser agradecidos con todas las personas que nos ayudan como nuestros padres, pastores, hermanos y amigos.
Jesús tiene que decir mucho sobre la humildad, fue ejemplo de ella. Y fue el pecado del orgullo que causó la caída del ser humano, pensando que podía colocarse por encima de Dios. Por eso la restauración de la santidad requería un corazón humilde como el del Cristo, Siervo. Eso mismo quiere el Señor de nosotros, un corazón quebrantado que se humille delante de la voluntad de Dios. Solo así seremos exaltados por Él. Un creyente que está controlado por el espíritu de orgullo presenta tres características: 1)Terquedad, 2)Dureza de Cerviz, o testarudez, rehúsa a cambiar, no admite que está equivocado y no pide perdón. Se vuelve necio. 3) Un corazón duro, que no es sensible a la voz de Dios, sufre sordera y ceguera espiritual, no se quebranta, es ciego a la revelación de la Palabra de Dios y a sus verdades. Le cuesta aceptar y pedir ayuda. Considera la oración como algo sin importancia, porque cree que no necesita de nadie.
Pidamos al Señor un espíritu contrito y humillado.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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