Manifestemos el amor. Tercera parte.
2019-07-19
1. Oración inicial
Señor Jesucristo, gracias por esta lección sobre el amor. Me escogiste para ser instrumento de bendición para otros, no permitas que mi corazón egoísta se olvide e ignore a los demás. Enséñame a animar y a alentar al que está caído y débil, a hablar siempre en sabiduría proclamando tus promesas sobre otros, a llorar con los que sufren y a reír con los que se alegran por tus bendiciones. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”, Mateo 11:28-29
“Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará”, Isaías 35 3-4
“Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”, Hebreos 12:12-13
3. Reflexiona
¿Estamos animando y somos amorosos con los que lo necesitan? Jesús siempre tuvo palabras de aliento para los que estaban desesperanzados, cargados, angustiados y cansados, aprovechó cualquier oportunidad para animarlos a venir a su presencia y aliviar sus cargas. Como creyentes hemos sido envestidos del poder y del amor de Dios para animar, dar un consejo sabio, para levantar con fuerza a los que se sienten débiles y que ya no pueden más.
Debemos estar siempre alerta y para alentar y afirmar a nuestros semejantes. Tenemos la Verdad en nuestro corazón que es Cristo y con su Palabra podemos ayudar a mucha gente. Estamos puestos para llevar esperanza y consuelo a los que no conocen a Dios. Recordemos Romanos 8:37-39 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
¿Hablamos bien de los demás? Estamos llamados a amar hablando bien de las personas, no calumniando ni difamando a nadie, El Señor Jesucristo fue muy claro en esto cuando dijo en Mateo 12:36 “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”.
El amor se demuestra con hechos, no sólo con palabras. ¿Lloramos con los que lloran y nos gozamos con los que gozan? Ambas manifestaciones son cruciales en la vida de un creyente. Llorar con el que sufre y necesita nuestra comprensión y amor, cuando tiene el corazón destrozado y debemos cuidarlo, pero es más difícil regocijarnos cuando alguien triunfa, tiene éxito y está feliz. Nuestra naturaleza humana es envidiosa y egoísta. El Señor quiere que disfrutemos junto con el que ha recibido la bendición.
Evaluémonos: Cuando se trata de amar, en la forma en que Cristo amó, ¿cómo lo estamos haciendo?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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