Los judíos rechazan a Jesús
2018-03-28
1. Oración inicial
Amado Dios, hoy quiero soltar las acusaciones y piedras que estoy a punto de lanzar, quiero mirar con bondad y amor a mis semejantes, quiero rodearme de tu favor y ser oveja de tu redil. Tú me has dado vida eterna, Gracias Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”, Juan 8:31-36
3. Reflexiona
Algunos judíos no se percataron de la presencia del Mesías prometido, a quien por mucho tiempo estaban esperando, otros abiertamente lo rechazaron y pocos lo recibieron.
Esta palabra es tan fresca en la época actual, porque hoy muchos están sordos a su llamado y ciegos a tantos prodigios, milagros y buenas obras, pues respiran del aire que Dios da y sin embargo viven como si todo dependiera de ellos mismos.
La misma pregunta de Jesús cabe hoy en día: “¿por cuál de ellas me apedreáis?”. Cuando levantamos piedras contra nuestro prójimo, lo hacemos contra Jesús, pues él dijo: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40). Soltemos las piedras que estamos a punto de lanzar y descansemos en la presencia de Jesucristo.
Jesús sigue hablando, sigue llamando, sigue buscando, nos corresponde recibirle y creer en él, entremos a su redil y hagámonos ovejas de su prado, oigamos su voz, y sigámosle pues no pereceremos jamás, ni nadie nos arrebatará de su mano.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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