Llenos del Espíritu
2018-06-02
1. Oración inicial
Señor Jesucristo no permitas que apague tu luz por causa de mis pecados y la falta de comunión contigo, perdóname y lléname de tu Santo Espíritu y fortaléceme en mis debilidades para ser testimonio de tu amor. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda. Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”, Zacarías 4:2-6
3. Reflexiona
La visión de Zacarías sobre el candelero de oro dentro del templo judío muestra un trasfondo espiritual. Los líderes de ese entonces habían perdido la motivación para reconstruir el lugar de adoración a Dios. El candelero estaba apagado, significando la decadencia espiritual de la nación de Israel. Este candelero fue diseñado por Dios (Éxodo 25:31-37) y debía de ser colocado en la entrada del lugar santo, iluminando el camino de acceso a la presencia de Dios. Era de oro puro, de una sola pieza, labrado a martillo y sus lámparas se alimentaban con aceite puro de oliva. Simbolizaba la presencia misma de Dios, su santidad, la consistencia de su carácter moral y sus siete lámparas la luz completa y perfecta. El depósito permitía el constante suministro de combustible, fuente de poder para que éstas no se apagaran.
El candelero representa en este tiempo la vida de los creyentes llenos y controlados por el poder del Espíritu Santo y que irradian la luz de Cristo en todo lugar. Para mantenerse así deben alimentarse constantemente del aceite puro del Espíritu Santo, llevando una vida consistente en oración y de sana doctrina, que es la Palabra de Dios.
Por eso el Señor busca nuestra restauración espiritual desde el momento en que le recibimos, pues somos el templo de su Santo Espíritu y este no debe apagarse por causa de nuestro pecado y por la falta de comunión con Dios. Parece fácil pero no lo es, mantenernos en la plenitud del Espíritu es una batalla diaria. No debemos desanimarnos a causa de nuestra debilidad, esta no debe ser un obstáculo, porque el poder de Dios perfeccionará nuestra flaqueza y obrará por el Espíritu viviente en nosotros.
La reconstrucción de nuestra vida espiritual no podrá llevarse a cabo utilizando la fuerza física, material o emocional y nuestras capacidades, sino en comunión continua con el Espíritu de Dios, fuente de poder que nos limpia y regenera, para ser esos candeleros que irradien continuamente la luz de Cristo e iluminen el camino de los que están en oscuridad y poder conducirlos a la presencia de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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