Llamamiento a una vida de santidad
2020-01-07
1. Oración inicial
Padre Eterno, te ruego que las corrientes viciadas de este mundo no me contaminen y guárdame siempre en el hueco de tu mano, apartado del mal. Hoy ceñiré los lomos de mi entendimiento, seré sobrio y llevaré una vida de santidad en toda mi manera de vivir y ansiosamente espero la gracia de tu regreso. Te amo Señor. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”, 1 Pedro 1:13-16
3. Reflexiona
Pedro escribe a los judíos expatriados, los cuales se hallan en tremenda persecución, y como buen pastor, delegado por Jesús para apacentar su grey, da los lineamientos para que lleven una vida santa y lo primero que les pide es afirmar el entendimiento como se ciñen los lomos a los cuales se les va a colocar una pesada carga.
Permanecer sobrios y entendidos en medio de los sufrimientos, no es nada fácil, porque siempre se toman las soluciones que primero se presenten, así no estén conformes a lo que Dios manda, pero la obediencia a prueba de fuego, nos mantendrá por completo en la esperanza de la gracia del regreso de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento el pueblo escogido, tenía que ser puro antes de acercarse a Dios y estaban llamados a demostrar santidad ante otras naciones paganas que los rodeaban, pues solo un pueblo limpio y no contaminado, podría ser usado por Él para cumplir su propósito de redención del mundo, pero hoy en día, santidad y pureza no se oyen, ni se ven, porque siempre justificamos y maquillamos nuestros pecados, además consideramos que a Dios lo tenemos a mano y nos acercamos a Él desprevenidamente. Ser su pueblo, exige una forma de vida diferente a las demás personas del mundo, es estar separado del pecado, apartados para los propósitos de Dios.
Hemos sido rescatados, comprados con alto precio y adquiridos por Dios, no nos pertenecemos sino que somos pertenencia de Dios, por lo tanto hermano, no podemos hacer nuestra voluntad sino la de aquel que nos rescató. La Biblia dice: “Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.” (Levítico 20:26)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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