Limpiados para crecer. Parte 2
2020-03-03
1. Oración inicial
«Gracias Señor cuando me corriges, cuando me llamas a disciplina porque soy tu hijo y tú eres mi Padre, el mejor de todos, tu corrección me limpiará y seré cada vez más útil para toda buena obra. Amén.
«
2. Lee la palabra de Dios
“Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” Hebreos 12:6-7
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”. Hebreos 12:11
3. Reflexiona
¿Creerías que alguien que te ama, lo demuestra corrigiéndote? Si bien esa persona que nos corrige, está llamada a hacerlo con amor, (Efesios 4:15), con amabilidad y mucha paciencia (Colosenses 3:12), nuestro compromiso es aceptar los errores y tomar un nuevo rumbo en nuestra forma de pensar y de actuar. Así nos disciplina Dios, nos llama a través de otros hermanos y líderes de la Iglesia, pero también usa las circunstancias difíciles para ajustar cuentas con nosotros. Pero lo hace con todo amor, paciencia y sabiduría.
No tengamos tristeza porque somos disciplinados, Dios nos evita la muerte y quiere que vivamos encaminados en su propósito para ser bendecidos y ser bendición para otros, no una carga.
Si no somos disciplinados, seguiremos el rumbo al fracaso, pero ¿cómo reaccionamos cuando nos corrigen? Generalmente nos excusamos y tratamos de tapar con los errores del otro, o incluso culpamos a Dios por las situaciones difíciles. Esta no debe ser nuestra forma de actuar, si aceptamos la corrección, somos limpiados de nuestra mala conducta, por lo tanto crecemos en santidad, somos más sabios. Así que, aceptando la disciplina, aplicamos lo que dice el proverbio: “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te amará.” (Proverbios 9:8).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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