Libres de la ley del pecado

Amado Dios, te agradezco porque a ti te plació escogerme, siendo un vaso de barro y transformarme en un vaso de honra donde mora tu Santo Espíritu, y me has dado la victoria sobre el pecado, me has hecho libre de mis encadenamientos, hoy soy nuevo en Cristo, lo pasado quedo en lo profundo del mar. Gracias Señor. Amén

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”, 2 Corintios 3:17-18

El ser humano sin Cristo en su vida, es esclavo de sus pasiones y del pecado que lo lleva a la muerte (muerte espiritual). Pablo enseña claramente que gracias a Jesucristo y al Espíritu Santo la batalla contra el pecado se ha ganado. Prosigue diciendo que «la ley del Espíritu, el Espíritu de vida en Cristo Jesús, nos ha liberado de la ley del pecado y la muerte».

A los Corintios les escribe: «donde está el Espíritu del Señor hay libertad». Y nosotros que llevamos la cara descubierta y reflejamos la gloria del Señor, nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; tal es la influencia del Espíritu del Señor. Por esto Pablo es capaz de proclamar que si alguien está en Cristo es una nueva creación, el orden antiguo ha quedado atrás; ahora todo es nuevo.

Dios nos ha hecho templos donde mora el Espíritu Santo y está obrando en los cristianos para vencer el pecado y para transformarnos en la imagen de Dios e impregnar su carácter y llevarnos a la plenitud de su estatura.
Pablo reconoce que aún existe un conflicto dentro de nosotros, un agudo contraste entre la obra de la carne y la del Espíritu. El término carne se refiere a nuestra naturaleza humana no redimida, pero un día será glorificada.
Hermano ten presente que el Espíritu Santo te capacita para vencer al pecado y te libertad.