Libre acceso a su presencia
2020-06-23
1. Oración inicial
«Gracias amado Padre, porque por medio de tu amado Hijo Jesús puedo entrar en tu santa presencia, ya no hay ningún impedimento, sino que hoy puedo disfrutar de tu majestad, gloria y poder. En tu presencia puedo ser totalmente transparente, abrir mi corazón y sentirme pleno. Anhelo por eso estar todos los días delante de ti y llenarme de tu gloria. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos”. Éxodo 19: 16-21
3. Reflexiona
Que privilegio para Moisés poder hablar personalmente con Dios y oír cómo Él le respondía con voz tronante. Sólo Moisés podía hacer esto. El pueblo no podía acercarse de la misma manera, se le había establecido un límite en el monte hasta dónde podían llegar mientras la presencia santa de Dios se manifestaba de manera poderosa. Acercarse a Dios de la manera incorrecta traería la muerte.
Todo este despliegue de poder y majestad impresionaron profundamente al pueblo de Israel y les hizo entender que estar en su presencia, era un acto muy solemne, de reverencia y que los comprometía. Conocer a Dios de esta forma quizás era muy atemorizante, porque era estar ante el Dios Santo que los hacía estremecer con su poder y su gloria, pero que al mismo tiempo era el Dios misericordioso que tenía compasión de su pueblo y no quería que perecieran.
Nosotros tenemos un privilegio aún mayor, porque Jesús mismo vino a la tierra para solucionar esta situación, quitando todo límite que nos separara de la presencia santa del Padre y dárnoslo a conocer. Como dice Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.
Jesucristo está tan íntimamente identificado con nuestro Padre Dios, en sus pensamientos, sentimientos y carácter que cuando lo conocemos a Él, conocemos perfectamente a Dios. Ese privilegio lo alcanzamos sólo por la obra gloriosa de la cruz. Podemos acercarnos sin temor de morir porque ya Cristo lo hizo por nosotros y nos escondió en Él, el Padre nos ve a través de su Hijo y nos acepta tal como somos porque hemos sido lavados con la sangre preciosa de Jesús y tenemos acceso al trono de la gracia.
Hoy ya no vemos nubes y relámpagos, ni humo que sube, sino que tenemos la presencia de Cristo en nosotros y Él es el camino de gracia, misericordia y perdón que nos conduce al Padre. ¿Si tenemos esa facilidad para llegar a su presencia, estamos aprovechando esa bendición y lo estamos haciendo de corazón?
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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