Lava sus pies
2024-02-12
1. Oración inicial
«Señor Jesús, así como tú lavas mis pies y me limpias de todo pecado, que pueda tener en mi corazón esa reciprocidad para con mis hermanos y levantarlos, animarlos y corregirlos con amor cuando tengan sus pies sucios espiritualmente. En el nombre de Jesús, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Juan 13:12-15
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” Efesios 4:29
3. Reflexiona
Vimos en el devocional de ayer cómo Jesús le dice a Pedro que es necesario que su Maestro limpie sus pies, aunque ya está limpio por la palabra; pero, además, les da ejemplo para que así como Él lo hizo, los discípulos lo hagan también. Esto no se trata del acto mismo de limpieza de pies físicamente ni de algún rito, sino que encierra una enseñanza magistral y profundamente espiritual.
Lo primero que podemos aprender de esta situación que Jesús les ilustra es que Jesús se muestra como el menor de todos, siendo en realidad el mayor; viene a servir y dar la vida por nosotros. Sin embargo, muchas veces nosotros nos mostramos como mayores o nos mostramos por encima de los demás. Esto le pasó a los discípulos que discutían quién era el mayor, (Lucas 22:24-27), sin embargo, Jesús les enseña que Él está entre ellos como el que sirve (Lucas 22:27b).
El Rey del universo, el Señor de la creación, se humilla así mismo en muerte de cruz para que al final seamos nosotros salvados por su obediencia.
Si Él nos dio ejemplo, nosotros debemos hacer lo mismo, servir a los demás dejando a un lado nuestro orgullo y altivez, aplicando lo que dice Filipenses 2:3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.
Lo segundo, es entender el significado de que ya estamos lavados y que solo necesitamos lavarnos los pies, y también lo que realmente significa que debemos lavarnos los pies los unos a los otros. Somos limpios por la palabra, por el evangelio de nuestra salvación al recibir a Jesús por medio de la fe, y que Jesús es nuestro abogado ante el Padre, es decir, que nuestro corazón ya fue limpiado, tenemos realmente un nuevo corazón, esto se relaciona con identidad pues es lo que ahora somos en esencia (Ezequiel 36:26-27). Nuestros pies representan las circunstancias externas, o muestran que al estar en un mundo caído y al estar en un cuerpo, lastimosamente muchas veces en nuestro andar diario caemos y ensuciamos nuestros pies.
Esto quiere decir que para limpiar los pies de nuestros hermanos debemos juzgar con conocimiento, justicia y sabiduría, las circunstancias o los hechos, no el corazón.
Por ejemplo, si mi hermano cae en una mentira, claro que estoy llamado a corregirlo con mansedumbre y a enseñarle, juzgando el hecho en sí mismo pero no atacando su identidad. Por ejemplo, si mi hermano dijo una mentira, debo entender que ya por la gracia de Cristo no es un mentiroso.
Pablo por el Espíritu nos enseña acerca de esta verdad: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.”(Gálatas 6:1-2).
No ataquemos su corazón, pues nuestro hermano ha sido un carbón sacado de las llamas (Zacarías 3:2), si le condenamos estamos usando palabras corrompidas, es decir que no están conforme a la verdad de la sana doctrina y de lo que Cristo hizo ya por nuestro hermano, por tanto al hablar no usemos palabras peyorativas, absolutismos como “usted nunca” o “usted siempre”, ni lo desanimemos, sino que mostrando su falta con mansedumbre, respeto y mucha paz (fruto del Espíritu) recordémosle su nueva y verdadera posición en Cristo Jesús.
De esta manera le servimos y lavamos sus pies.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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