Las promesas de Dios son verdad, se cumplen
2020-05-19
1. Oración inicial
«Padre Dios, en tu amor y en tu misericordia has dejado escritas para nosotros tus hijos, multitud de promesas que atienden a nuestras necesidades físicas, espirituales y materiales que, en tu omnisciencia, sabías que tendríamos en un mundo en que nos dices que no encontraremos paz sino angustia y, esas promesas contenidas en las sagradas escrituras, como toda tu palabra, son para que se cumplan hasta la última jota y hasta la última tilde y para su cumplimiento en nuestras vidas necesitamos fe, esa fe que nace, crece y se fortalece en el oír tu Palabra. Llénanos Señor con tu Espíritu y danos la sabiduría para conocer, entender y aplicar tu Palabra a nuestras vidas. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Porque todas las promesas de Dios son en él sí, y en él amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2 Corintios 1:20)
3. Reflexiona
Todas las promesas contenidas en las sagradas escrituras las ha dado Dios para bendición de nuestras vidas, son nuestra luz y nuestra esperanza en el día de la angustia, son la salida que Dios nos da en el momento de la prueba; son el consuelo para la tristeza, la fortaleza en los momentos de debilidad, la paz en medio de la tormenta, la luz en medio de la oscuridad y la esperanza cuando creemos que todo está perdido.
Las promesas contenidas en las Sagradas Escrituras tienen tres características:
a) Son promesas de Dios y en Él son sí, y en Él son amén.
b) El medio para su cumplimiento somos nosotros.
c) Son para la gloria de Dios.
Por tanto, al ser promesas de Dios, son verdad y se cumplen.
Nosotros como medio para su cumplimiento, lo que aportamos, es la fe que es “La certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1) Debe ser una fe que nos impulse a la acción, esa fe que obra por el amor como dice en (Santiago 2:14,17): “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
La promesa cumplida es para la honra y gloria de Dios, el hombre no tiene mérito alguno en ello y claramente lo establece en su Palabra que nos dice: “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo las haré notorias.” (Isaías 42: 8-9)
Por todo esto hermanos, cuando nosotros esperamos de Dios el cumplimiento de una de sus promesas, debemos hacerlo de la manera que Él nos enseña: “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.” (Santiago 1:6-7)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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