La victoria de la humildad
2018-10-08
1. Oración inicial
Señor Jesús, me enseñaste que debo ser manso y humilde de corazón como tú; pues siendo Dios, te humillaste haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Concédeme la gracia de ser humilde cada instante de mi existencia y que siempre mire al prójimo como superior a mí mismo. Que la humildad sea mi fortaleza y mi victoria en todos los acontecimientos de mi vida, amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”, Santiago 4:6
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”, Filipenses 2:3
3. Reflexiona
Muchas personas piensan que la humildad es sinónimo de pobreza, pero la biblia nos enseña que es una de las fortalezas del creyente, ya que Dios da gracia al humilde y resiste al soberbio.
El ser humano nace lleno de egoísmo, pues la primera palabra que el niño pronuncia es “mío” sin que nadie se la enseñe, por tanto la humildad se aprende. El Señor Jesús dijo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29b). Evidentemente la humildad tiene un poder tan grande que tiene la capacidad de llevar a la victoria sobre cualquier circunstancia, porque cuando se tiene la gracia de Dios no hay nada que nos pueda hacer frente.
La mayor muestra de mansedumbre y humildad la hizo el Señor Jesús cuando fue a la cruz, pues siendo justo e irreprensible se sometió a llevar toda la carga de nuestro pecado. Y lo que parecía una derrota y humillación pública, se convertiría en el acto más trascendental de nuestra historia, pues por medio de su muerte tenemos salvación. Su muerte venció las tinieblas y fue levantado de entre los muertos y todas las cosas fueron puestas bajo sus pies.
Ahora bien, Lucifer, el más elevado de todos los ángeles, se enalteció a sí mismo y con una actitud de soberbia y altivez, se reveló contra Dios y lo que parecía una victoria para él, se convirtió en su derrota y condenación para siempre. Por esta razón el orgullo, la altivez y demás pasiones desordenadas, son el escenario perfecto para que obre Satanás. Cuando humildemente nos sometemos a Dios, el diablo huye, pues la humildad y mansedumbre son el escenario perfecto donde Dios nos da la victoria.
Tristemente en estos tiempos, la carencia de humildad en la Iglesia y fuera de ella, hace que muchos vivan embriagados de poder y arrogancia, sin pensar que un día, darán cuenta de la soberbia, la altanería, la altivez y el orgullo; y eso podría ocurrir en el momento menos pensado. Desde los tiempos antiguos Dios viene advirtiendo acerca de la humildad y la arrogancia, “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”. (Salmos 138:6).
Hermano, “Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová”. (Proverbios 22:4)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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