La verdadera belleza y riqueza de una mujer
2024-07-03
1. Oración inicial
«Amado Señor, tú has llenado mi vida de plenitud, paz y libertad, que ahora disfruto andando a diario con la guía de tu Espíritu, permíteme mostrar a Jesús e irradiar la belleza de su ternura, amor y todo el fruto del Espíritu, siendo manso y humilde de corazón. En el nombre de Jesús. Amén»
2. Lee la palabra de Dios
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos;”, 1 Pedro 3:3-5
3. Reflexiona
El pasaje de hoy refuerza la enseñanza acerca de cómo manifestar la riqueza interior con un atributo de Cristo “un espíritu afable y apacible”, pues él mismo manifestó: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” (Mateo 11:29). Como la escritura lo enseña, nuestro “atavío” o aquello que nos disponemos a colocarnos no debe estar basado en adornos externos ostentosos o exagerados, sino en las virtudes de Cristo. Aunque esto también aplica para los hombres, este versículo se enfoca en las mujeres, pues Dios las diseñó con hermosura, elegancia y ternura muy alta en comparación con el hombre, pero pueden caer en una vanidad extrema, que las lleve a pensar que la prioridad es lo externo cuando en realidad lo que más realza su belleza es la riqueza interior, que pueden tomar gratuitamente de la virtudes de Cristo al ser guiadas por el Espíritu de Dios. Una mujer de fe, es una mujer que resplandece y por lo tanto refleja la gloria de Dios.
Entonces, ¿Cómo una mujer toma o se coloca el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible? Tomando de Cristo, al aplicar lo que dice la Palabra de Dios andando a diario de la mano del Espíritu de Dios; esto no quiere decir que no se vista de manera decorosa o que no se preocupe por su cuidado y belleza exterior, sino que prioriza su comunión con Dios para ser guiada a hacer la voluntad de Dios.
Que lo interior siendo lleno de Cristo mismo, resplandezca ante el mundo entero, antes que lo exterior, esta es la verdadera belleza y riqueza de una mujer.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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