La vanagloria de la vida

«Señor, solo a ti adoraré y solo a ti te serviré. Quiero que tú seas la prioridad de mi vida, lo más importante y que el resto de mis días sean para darte gloria, honra y honor. Amén
«

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no provienen del Padre, sino del mundo.” 1 Juan 2:15-16

¿Busco el favor de los hombres o el de Dios?, ¿me esfuerzo por agradar a los hombres? Esto determina en gran medida si pretendo una gloria falsa o vana, o si busco agradar a Dios y con esto la gloria eterna.

La vanagloria del mundo es andar en necedad, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, odiándonos unos a otros (Tito 3:3). Trabajando en función de satisfacer las pasiones de nuestra carne y de la mente (Efesios 2:3). Ocupando la mayor parte de nuestro tiempo, energía y pensamientos en cosas que desaparecerán, con el fin de buscar el reconocimiento de los hombres, olvidando hacer lo correcto para conseguir cosas materiales y aplausos del mundo.

Así como Cristo, cuando Satanás le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos (Mateo 4:8), nosotros somos permanentemente tentados a vivir una vida sin propósito verdadero, independiente de Dios, gastándola para conseguir y mantener cosas que brillan pero que se esfuman.

Claro que la idea no es dejar de trabajar o esforzarse en las actividades de la vida diaria, sino enfocarlas para la gloria de Dios, haciendo lo correcto en todo y perseverando en hacer el bien porque buscamos gloria, honor e inmortalidad. (Romanos 2:7-8), porque si hemos resucitado con Cristo, a través de la fe, enfoquemos nuestra vida teniendo como prioridad las cosas de arriba, no las terrenales (Colosenses 3:1-2). ¿Tu prioridad son las cosas de Dios y su Palabra?