La unidad del Espíritu, parte 1
2021-04-20
1. Oración inicial
«Papito Dios, tu Espíritu en mí te clama y te alaba; por tu buena voluntad me has adoptado como tu hijo en Cristo y ahora redimido de la esclavitud anhelo vivir para ti, guiado por tu Santo Espíritu haciendo morir las obras de la carne. Padre, que tu paz que sobrepasa todo entendimiento guarde mi pensamiento y mi corazón y el de mis hermanos en la fe, para que unidos en Espíritu te glorifiquemos siempre. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». Efesios 4:1-3
3. Reflexiona
La paz es el lazo del Espíritu que nos mantiene unidos entre hermanos.
Donde hay discordias, envidias, pleitos, celos y demás obras de la carne, el Espíritu, evidentemente, no es el que está reinando en el corazón de las personas, sino su naturaleza pecaminosa y cuando esto sucede es imposible ponernos de acuerdo entre nosotros para glorificar a Dios.
Es por esto por lo que el Señor, a través del pasaje bíblico de hoy, nos ruega que vivamos como es debido y digno de nuestro llamado, es decir, como hijos de Dios y discípulos de Cristo. Nosotros, rescatados de nuestra vana manera de vivir y salvos por su gracia a través de nuestra fe en Él, ahora hemos sido creados en Cristo para buenas obras, las que Dios preparó para que andemos en ellas (Efesios 2:8-10); lo que quiere decir que, con Cristo habitando en nuestros corazones nosotros estamos perfectamente cimentados en amor y capacitados para conocer su amor que excede todo conocimiento y así ser llenos de toda la plenitud de Dios.
Ahora bien, todo esto es con el propósito de que lo vivamos verdaderamente, soportando los defectos y errores de nuestros hermanos con toda paciencia, humildad y mansedumbre, y con el fin de mantenernos unidos como un solo cuerpo en el Espíritu por medio de la paz.
Hermanos, Dios nos ha dado todo, su gracia, su amor, su misericordia y su Santo Espíritu sobre nosotros. Él nos ha capacitado para ser sus fieles testigos en todo el mundo, para que seamos luz y sal, para que llevemos fruto y para que los que no creen a Dios por nuestra conducta lo glorifiquen. Se nos pide mucho porque mucho se nos ha dado; así que, despojémonos de ese viejo hombre con sus malos deseos que no permiten la unidad del Espíritu y vistámonos del nuevo ser creado a imagen de Dios y que se distingue por una vida recta, pura y basada en la verdad.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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