La sangre de Cristo

Padre, gracias al sacrificio hecho en la cruz por tu hijo, tengo entrada y comunicación directa contigo, guíame para agradarte en todo lo que hago, en todo lo que digo y en todo lo que pienso.

“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.”, Génesis 4:4-5
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”, Hebreos 11:6

La Escritura nos enseña que hay una forma correcta de acercarse y agradar a Dios.
Abel trajo la ofrenda a Dios, de la misma forma que está escrito en la ley levítica, (Levítico 1:1-4, Levítico 16, Levítico 27:26, entre otros pasajes), sin embargo, Caín trajo el fruto de la tierra, el fruto de su esfuerzo, por tanto, no se acercó de la forma correcta que Dios mismo había enseñado en Genesis 3:21, pues tanto Abel como Caín estaban separados de la presencia de Dios y solo a través de la sangre se podía establecer comunicación y comunión con Dios. En Hebreos 11:4 explica que Abel fue justificado, porque confió en Dios, es decir hizo tal y como Dios quiere que nos acerquemos a él, a través de la sangre, pero ya no de la sangre de corderos o animales, pues esto era solo una imagen de lo que venía, sino a través de la sangre del cordero de Dios que quita el pecado del mundo, esto es a través de la fe en Jesús.
Por tanto, la única forma de agradar a Dios es a través de la fe es Jesucristo, esta es la verdadera motivación para hacer lo que hacemos, ya que no hay otra forma de agradarlo. La motivación correcta de todo lo que hacemos, pensamos y decimos es la fe, si hay otra motivación diferente no será del agrado de Dios. “No podemos acercarnos a Dios a través del yo, si no del El.”