La responsabilidad del hombre. Parte 2
2016-11-23
1. Oración inicial
Padre, por medio de la preciosa sangre de Jesús limpia mis pecados y toda mi maldad, hoy quiero someterme a tu Palabra para ser verdaderamente libre y guiado a toda bendición, te adoro Padre, amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,» Tito 3:3-6
3. Reflexiona
Cada unos de nosotros somos responsables moralmente por el pecado. No podemos culpar a Dios y a los demás por las cosas que nos suceden pues son consecuencia de nuestras decisiones. Debemos aceptar nuestros pecados y arrepentirnos, acudiendo a la misericordia, que es nueva cada día (Lamentaciones 3:22-23).
En Genesis 3, cuando el hombre desobedece a Dios, engañado por Satanás, no reconoce su estado si no que se oculta, luego cuando es confrontado por Dios, se pasan la culpa de uno a otro; si leemos detenidamente Genesis 3:12-13, “12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.”, detengámonos a observar cómo se “autojustifican”, culpándose el uno al otro y luego culpando a Dios con decir «La serpiente me engañó, y comí.”, es cierto que la serpiente utilizó mentiras, pero ¿acaso el hombre no pudo confiar en el mandato de Dios frente a lo que Satanás les ofrecía?
Hoy en día, se repite esta condición, esta tendencia a cometer el mismo error; cuando Dios nos habla a través de la Biblia nos dice la verdad, nos escondemos de Dios, vemos lo que hemos hecho y nos remuerde la conciencia, tapándonos con religiones o ocultando nuestro estado con alcohol, drogas o sexo. Culpamos a los demás por lo que hicimos, si mentimos, si fornicamos o si cometemos cualquier pecado, inmediatamente viene a nuestra mente el “fue que él o ella…”.
Tomemos en serio las responsabilidad por lo que hacemos o decidimos. Pero no podríamos sin la luz de Cristo. Él en Mateo 4, cuando se enfrentó a Satanás, nos mostró el camino, no falló, sino que mediante la palabra de Dios, ajustado y obedeciendo al mandato escrito, no permitió el engaño de Satanás ni en su mente, ni mucho menos en su corazón. Él venció por nosotros, luego en la cruz selló la victoria sobre el pecado. Es decir que no es en nuestra humana condición o con esfuerzos morales que enfrentamos la responsabilidad de nuestros actos, sino que debemos acercarnos a la cruz, a Jesús, con un corazón arrepentido y pedirle un cambio radical en nuestro corazón, un nuevo nacimiento, un nuevo corazón que no se deje engañar y llevar al pecado, sino que dependa de su Palabra para vivir de ahora en adelante verdaderamente libre.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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