La responsabilidad de las palabras dichas
2023-04-11
1. Oración inicial
«Señor Jesucristo, ¡cuánto necesito de tu Santo Espíritu!, para llenar mi corazón de cosas bondadosas y ser ese árbol que produce buen fruto, con mis pensamientos, palabras y acciones; te ruego que lo que exprese con mi boca refleje tu carácter de amor y compasión por las personas. Dame abundante gracia para edificar a los demás con tus palabras de amor. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Mateo 12:33-37.
3. Reflexiona
Después de haber sido insultado por los fariseos al decirle que estaba aliado con el diablo para hacer los milagros en Mateo 12:24; Jesús, comienza a hablar de la tremenda responsabilidad de las palabras que pronunciamos. Por eso establece dos premisas:
1) Se puede ver cómo está el corazón de una persona por las cosas que dice. No hay nada más revelador que las palabras, ellas manifiestan nuestro carácter. No hace falta hablar largo tiempo con alguien para saber si tiene una mente limpia o sucia. Tengamos cuidado como creyentes porque estamos revelando lo que somos por lo que decimos.
2) Jesús estableció que cada uno tiene que dar cuenta de las palabras inútiles, aquellas que no producen ningún efecto. De cierto hay varias verdades aquí: las cosas que decimos sin darnos cuenta, las palabras que soltamos cuando no hay barreras convencionales, las palabras ásperas y desabridas, las palabras de enfado que no miden lo que dicen, con insultos, groserías y sarcasmo. El apóstol Pablo nos aconseja en Colosenses 4:6 lo siguiente: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.
Cuántas veces decimos: “no era eso lo que quería decir”, pero eso no nos libera de la responsabilidad de lo que hemos dicho, no podemos recoger lo que dejamos escapar de nuestra boca y tenemos que afrontar el daño que hemos hecho a otras personas y entender que esas heridas a veces levantan barreras difíciles de eliminar.
Pitágoras, el gran filósofo griego, decía: “Antes lanza una piedra al azar, que una palabra”, esto quiere decir que una vez que se ha dejado escapar una palabra ofensiva o sucia, nada la hará volver atrás; y seguirá una trayectoria de daño por dondequiera que vaya.
Cada palabra que sale de nuestra boca puede ser un ladrillo para edificar o una excavadora para destruir, por eso es tan importante cuidar lo que hablamos. El Señor dijo: “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Lo que atesoramos en nuestro corazón es lo que expresamos con nuestros labios. Por eso, es importante tener cuidado con lo que vemos, leemos, pensamos y guardamos en nuestro interior: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”.
Examinemos nuestras palabras para descubrir el estado de nuestro corazón, pidamos perdón si hemos destruido a alguien por lo que dijimos, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo y ser llenos de su plenitud cada día, para cambiar nuestro patrón de pensamientos, para ser saciados de su amor y su buen fruto (Gálatas 5:22-23), sólo así nuestras palabras serán gratas y para edificación de otros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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