La presencia sanadora
2017-04-15
1. Oración inicial
Gracias Amado Jesús, porque tu obra redentora en la cruz, no solo me muestra la grandeza de tu corazón y tu inmenso amor, sino tu compasiva misericordia ante mi necesidad de sanidad en mi alma, cuerpo y espíritu. Quiero escuchar tu voz y hacer lo recto para que todo mi ser sea prosperado. Amén
2. Lee la palabra de Dios
“y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”, Éxodo 15:26
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”, Isaías 53:4-5
3. Reflexiona
La caída de la criatura humana introdujo la enfermedad, como parte de la maldición, la cruz de Cristo ha abierto la puerta a la sanidad como parte de la obra de salvación.
La protección contra la enfermedad y las plagas está íntimamente condicionada con nuestra relación de compañerismo con Dios.
En este pasaje obedecer significa vida, Dios promete sanidad, pero pide dos condiciones: la primera es que prestemos atención, que escuchemos su voz, que tengamos oídos para oír. Debemos cultivar una actitud receptiva y entender que sus mandamientos y preceptos están diseñados para mantenernos alejados del peligro y de la enfermedad, si queremos que Dios nos cuide debemos seguir sus instrucciones. Los principios de Dios nos dan sabiduría para vivir, podemos hacerlos prácticos y funcionales. Recordemos que Dios busca a personas que escuchen su voz y que no huyan, ni se escondan de su presencia sanadora.
La segunda condición es que hagamos lo recto en su presencia. Dios busca personas que no solo oigan su Palabra, sino que la guarden en su corazón, gente que obedezca. Él ha prometido su bondad en abundancia y ésta aguarda a aquellos que siembran para el Espíritu, haciendo lo que Él pide.
Necesitamos reafirmarnos en nuestro andar con Dios, siendo humildes y dispuestos para ser enseñados y corregidos. Recordemos que cada uno de nosotros, tenemos que responder por nuestras acciones y actitudes.
La promesa para nosotros es explícita, Dios es el gran médico. Él es nuestra vida y el largo de nuestros días depende de nuestra obediencia. Cuando nos sometemos bajo la poderosa mano de Dios, Él es quien nos cuida, conserva, mantiene y sana todo nuestro ser. Si nuestra alma prospera nuestro cuerpo también. Como dice 3 Juan 1:2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Nuestra vida interior se reflejará en nuestro aspecto exterior.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn