La perseverancia será premiada
2018-07-11
1. Oración inicial
Amado Señor, tu gran incentivo a mantenerme en fidelidad, perseverar en tu Palabra y en la búsqueda de tu presencia son tus promesas, especialmente en la que dices que vienes pronto. Úsame para compartir de tu amor y dame gozo para hacerlo hasta que regreses. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”, Apocalipsis 3:7-11
3. Reflexiona
En Apocalipsis tres, Dios destaca la fidelidad de la iglesia de Filadelfia, quienes permanecen fieles ante las pruebas y la persecución. Los elogia por su esfuerzo por obedecer, mantenerse firmes en su Palabra y predicar su nombre. Los anima a retener lo que tienen, pues el galardón es el pago, el salario o la recompensa por el servicio a Dios, dado a los creyentes por la cualidad moral de sus acciones, donde serán juzgadas las relaciones con nuestro prójimo y nuestros hermanos.
Cristo promete una gloriosa recompensa al creyente que dé la buena batalla de la fe y salga victorioso. Para eso debemos guardar su Palabra y confesar su nombre en medio de las pruebas y dificultades que se nos presenten en nuestro camino. Recordemos que sólo Cristo tiene la autoridad para abrir la puerta a su reino eterno, dando seguridad de salvación a todo el que cree y lo acepta en su vida. El Señor promete guardarnos en los momentos de prueba y sufrimiento si permanecemos obedientes a Él. Usemos todo lo que tengamos para vivir por Cristo y Él nos recompensará.
El Señor resucitado, Santo y Verdadero, tiene la autoridad para abrir o cerrar el palacio celestial. Cristo, el heredero del trono de David, reinará para siempre como Hijo sobre su propia casa. Él ha puesto delante de nosotros una puerta abierta para la evangelización, una puerta para el servicio espiritual, para atraer a los hombres a sus pies, por medio de nosotros. Es nuestra responsabilidad predicar el evangelio y soportar con paciencia las adversidades hasta el tiempo del regreso del Señor Jesucristo.
Animémonos con la promesa que dice: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”. Compartamos de Cristo esperando con gozo nuestra participación en su reino eterno, soportando las tentaciones, haciendo que se destaque la fidelidad de los que somos guardados por Cristo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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