La obediencia. Parte 2
2023-05-13
1. Oración inicial
«Padre, he experimentado el fruto que trae vivir una vida en obediencia y lo he comprobado en diferentes momentos de mi vida, no ha sido en todos porque entiendo que me ha faltado constancia, pero hoy viendo a tu Hijo Jesús y su entera obediencia hacia ti quiero pedirte que me ayudes a seguir su ejemplo, para que al igual que Él, yo también sujete mi voluntad a la tuya en todo momento, pues entiendo que tu voluntad en todo tiempo es buena, agradable y perfecta, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
«diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Lucas 22:42
3. Reflexiona
¿Cuántas veces, al igual que Jesús, le hemos pedido al Padre que no se haga nuestra voluntad sino la suya? Seguramente en momentos en los que hemos estado dedicados a la oración por alguna necesidad en especial se lo hemos dicho, pero ¿qué tal en aquellas situaciones cotidianas que parecieran no necesitar la misma intensidad de oración? Por ejemplo: ante momentos repentinos de una acalorada discusión con nuestra pareja, o ante alguna desobediencia de nuestros hijos; ¿será que en esos momentos también le pedimos ayuda a Dios y le decimos que nos guíe para reaccionar de la forma adecuada?, ¿le hemos dicho que nos ayude a sujetar nuestras palabras y nos lleve a practicar el dar una respuesta como Él la daría? con palabras suaves y no bruscas (Proverbios 15:1, Colosenses 3:19, Efesios 5:1-2), o ¿hemos clamado para que podamos sujetar nuestros actos y reaccionemos con amor? aún cuando implique el poner a nuestros hijos una disciplina (Proverbios 13:24), pues hemos aprendido de Él que a quien amas también disciplinas (Hebreos 12:6a)
Es importante reflexionar sobre esto porque cuando observamos la vida de Jesús no encontramos que Él haya sujetado su voluntad a la del Padre solamente en los momentos previos de ir a la cruz, pues Él obedecía a su Padre en todo tiempo, a cualquier edad, en cualquier circunstancia, y su ejemplo debe impulsarnos a hacer lo mismo.
Cuando reflexionaba sobre éste tema le preguntaba a Dios: ¿cómo entender más fácilmente la obediencia? porque pareciera difícil de comprender y quería entenderlo de manera práctica, ¿sabes qué pasó? Había tenido una discusión con mi esposo, lo que dio como resultado que yo decidiera sentirme ofendida, y ante la ofensa no quería reaccionar con amor pues me sentía con el derecho de estar disgustada; y cuando le dije al Señor: ¡quiero entender qué es la obediencia! me dijo: la obediencia es que a pesar de que te sientas «lastimada» y quieras acostarte enojada y no hablarle a tu esposo, hay un mandato que yo te he dado y debes cumplir: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.» (Efesios 4:26-27), eso es la obediencia, sujetar tus emociones a lo que yo te he dicho: abrazar a tu esposo, ofrecerle una disculpa y no seguir empecinada en la rencilla. Al escuchar claramente esas palabras pasé por encima de mi emoción (aunque tengo que confesarte no fue fácil), pero sujeté mi voluntad a la de Dios e hice lo que Él a través de su Espíritu Santo me dijo, el resultado: mi esposo también se disculpó y pudimos tener un tiempo de sueño en paz.
Conclusión, no es difícil obedecer a Dios y seguir el ejemplo de Jesús, pues tenemos a Su Espíritu Santo quien nos ayuda en nuestra debilidad (Romanos 8:26a)
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Escúchanos en Spotify
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn