La misericordia de Dios es nuestro refugio
2019-06-28
1. Oración inicial
Señor mira si hay algo en mi vida que me impide obedecerte y no me deja entregarme totalmente a ti. Derriba con el poder de tu Palabra cualquier pecado que domine mi corazón y que me ha llevado a la aflicción, a la amargura y a la desesperanza. Aviva tu Palabra en mi corazón, ten misericordia y ayúdame a estar confiando, ser fiel y a vivir de acuerdo a tu voluntad. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acuérdate de la misericordia. Dios vendrá de Temán, Y el Santo desde el monte de Parán. Selah Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes; Los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron. Sus caminos son eternos”, Habacuc 3:2-6
3. Reflexiona
Esta oración de Habacuc es expresada en un momento de dificultad donde Dios iba a disciplinar a Judá, no fue agradable oír su juicio cuando anunciaba la invasión babilónica sobre su pueblo. El profeta aceptó la voluntad de Dios, pero de inmediato siente temor y eleva una oración de fe y confianza, pidiendo la ayuda y la misericordia divina. No pidió escapar de la disciplina pues entendía que el pueblo necesitaba una lección por haberse apartado del Señor, pero sí le pide que en medio de esa adversidad avive su obra.
Esto nos debe recordar que Dios sigue disciplinando con amor esperando que regresemos a Él, cuando por nuestro pecado nos hemos alejado y estamos viviendo sus consecuencias. En medio de la aflicción y la prueba debemos recordar que la misericordia de Dios es nuestro único refugio. Él está al control de todo y revindicará a los que vuelven su mirada a Él y deciden ser fieles. Debemos esperar en silencio, pues está actuando en medio de los tiempos.
El cuadro que el profeta presenta en esta porción es de un Dios verdaderamente glorioso al que clama por misericordia y anuncia que confiará en su cuidado y soberanía. Estamos viviendo tiempos difíciles, de mucha ceguera espiritual, vemos a la humanidad sufriendo por el pecado y por apartarse del Señor. Debemos como hijos de Dios clamar por su misericordia y compasión, para que nuevamente manifieste su poder y nos restaure.
Habacuc hace alusión a los acontecimientos del pasado donde Dios se manifestó a su pueblo independientemente de su rebelión y le dio nuevas oportunidades. Qué privilegio contar con ese Majestuoso y Santo Dios que es lento para la ira y grande en misericordia, cuya gloria trasciende a toda la creación y cuyo carácter nunca cambia porque siempre está dispuesto a perdonar y comenzar de nuevo. Tanto la ira como la misericordia son parte de la naturaleza multiforme de Dios. Aun cuando le ignoramos y desobedecemos, su amor es inagotable a pesar de nuestras acciones hacia Él. Jeremías 31:3b “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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