La luz de la obediencia

Señor, gracias por tu Espíritu en mi, en mis propias fuerzas no podría cumplir las demandas de tu ley, pero por el amor derramado en mí, tengo la fuerza y la capacidad de agradarte en todo lo que hago. Amén.

«Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
S. Mateo 5:14-16

Alumbramos cuando obedecemos la Palabra de Dios, cuando hacemos las cosas correctamente y vivimos tal y como Jesús vivió ( 1 Juan 2:3-6). Tenemos la capacidad de hacerlo, si somos guiados por su Espíritu, ya que él nos lleva a su voluntad. Las buenas obras, son resultado de nuestra fe, de un corazón transformado, no son para nuestra propia gloria, sino para Dios, para que las personas vean que Cristo vive a través de nuestra vida. Somos la evidencia contundente de la muerte y resurrección de Cristo, vivamos de esta manera, abandonando las costumbres del viejo hombre. Dejemos atrás la vieja manera de vivir y vivamos como hijos de luz, resplandeciendo la luz verdadera de Cristo; puesto que somos dotados por su  Espíritu de poder, amor y dominio propio.