La gran batalla del ser humano
2019-04-25
1. Oración inicial
Padre Amado, examina mi corazón, mira si hay en mí malos hábitos, vicios, complejos, ataduras, conflictos, tormentos, caminos sin salida, pasiones desordenadas, libérame de ellas y encamíname a sendas de rectitud, y pon en mí un nuevo corazón y un espíritu afable y apacible, te amo Señor, amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”, Proverbios 4:23
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”, 1 Pedro 3:3-4
3. Reflexiona
Jesús enfatizó en el tema del corazón, porque el corazón es, sin lugar a dudas, el punto crucial de todo propósito, es allí donde le podemos abrir la puerta a Cristo o a Satanás.
La psicología y sus métodos más avanzados de la ciencia no han podido liberar al hombre de sus grandes ataduras existentes; pues la fuente del problema humano está en el corazón, en un EGO innato e insaciable. Alguien dijo: “¡Satanás no es nuestro mayor enemigo! Los grandes adversarios que el hombre enfrenta son los aspectos de su vida egocéntrica, no redimidos, no sometidos y ocultos”.
El hombre se ha hundido en abismos mentales y emocionales, y desconoce la forma de librarse, de huir o escapar de ellos. Se ha encerrado en prisiones de la vida egocéntrica, tales como: rutinas, hábitos arraigados, ideas fijas, vicios, complejos, ataduras, conflictos, tormentos, callejones sin salida, pasiones desordenadas, de las cuales no puede o no sabe cómo escapar, es tal que hasta los cristianos nacidos de nuevo luchan contra estas cosas.
Jesucristo tiene la solución a los males de la humanidad, pues los problemas reales del hombre son espirituales. Jesús dijo: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Este es el profundo anhelo de nuestro Señor Jesucristo, cuya verdad nos ha sido presentada para hacernos libres de toda atadura. Dios no ha dejado al hombre sin esperanza, pues le ha provisto la forma de tener nuevo corazón y espíritu afable y apacible a través de un encuentro con Jesucristo. Cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, no quiere decir que la solución sea instantánea; es progresiva a medida que obedecemos su Palabra y esto es de grande estima delante de Dios
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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