La gracia renovadora
2018-06-23
1. Oración inicial
Amado Dios, gracias por haber tenido misericordia de mí, por rescatarme del lodo cenagoso, por colocar mis pies sobre la Roca que es Jesucristo. Dame una nueva oportunidad de vida, restaura y cambia mi ser. Dame un corazón nuevo obediente a tu Palabra. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”, Ezequiel 36:25-27
3. Reflexiona
Como el agua, la sangre expiatoria de Cristo nos lavó de nuestros pecados y el Espíritu Santo la aplica por fe a nuestra conciencia para limpiarnos de obras malas. Somos parte del nuevo pacto. El Señor nos ha dado un nuevo corazón, uno de carne, tierno, blando, sensible a su voz y obediente a su voluntad. La gracia renovadora obra un cambio tan grande en nuestro interior que nos transforma para poder andar en la nueva vida.
Dios ha puesto su Espíritu dentro de nosotros como guía, maestro y santificador, es la promesa de la gracia para equiparnos y que recibimos desde nuestra conversión.
Esta restauración nos muestra un Dios misericordioso que a pesar de nuestras iniquidades no nos deja allí, sino que purifica y transforma nuestro corazón para que podamos seguirle, guardando sus mandamientos y siendo testimonio a las naciones de la obra que Él hace en la tierra, para gloria y honra de su nombre. Dios no desea que su nombre sea profanado por causa de nuestro pecado, por eso nos restaura.
Muchas veces nos hemos preguntado ¿por qué Dios escogió al ser humano para manifestar su amor y su plan redentor? Porque Él obra para salvar, no por nosotros, pues no somos merecedores de la salvación, sino por las riquezas de sus misericordias. Por causa de su nombre mostrará su santidad a las naciones por medio de los seres humanos redimidos.
Nuestra naturaleza antes fría y dura como la piedra, es reemplazada ahora por la calidez de su presencia en nosotros, llevándonos a la obediencia de sus preceptos y a ser sensibles a su voz. Ahora tenemos un espíritu nuevo que cambia nuestra voluntad y la rinde a la voluntad de Dios. Su gracia y su amor nos disponen para un verdadero arrepentimiento y transformación.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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