La fidelidad va ligada al amor

Señor, enséñame a permanecer fiel y firme a pesar de toda la presión que me rodea, a pesar de las tentaciones de este mundo. Que mi amor por ti me mantenga en obediencia a tu Palabra. Amén.

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Cuando se establece una relación sobre la base del mutuo conocimiento y confianza, se genera dependencia y sentido de pertenencia. La deslealtad no solo es ausencia de respeto, sino de amor. La fidelidad debe ser fortalecida con el compromiso y exige cumplimiento y responsabilidad con Dios y su Palabra.
Esta fidelidad debe ser a todo nivel, primero con Dios, entre los conyugues, entre padres e hijos, entre hermanos de la familia cristiana, entre amigos, etc. Exige cumplir con las promesas y compromisos, y tener firmeza en los principios y convicciones.
¿Estamos siendo fieles? ¿Cómo cristianos estaremos dispuestos a permanecer fieles a pesar de lo que vemos? ¿Estamos preparados para las pruebas o podemos sucumbir? Recordemos el ejemplo de José, se mantuvo firme frente a las presiones y tentaciones y dice la Palabra que “Dios estaba con él.” La fidelidad es el resultado de una sólida vida espiritual, basada en al amor a Dios.

Si somos íntegros, Dios lo será con nosotros, pondrá sus ojos sobre cada uno. Salmos 101:6 “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo; El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá”. Dios recompensa al que es fiel, lo protege, lo bendice y no lo abandona jamás. Él siempre permanece fiel.