La dimensión desconocida. Parte 2
2021-12-05
1. Oración inicial
«Señor, hoy quiero ser sensible a la voz de tu Espíritu que me guía a estudiar tu palabra y me da la fortaleza para ponerla en acción. Manifestando tu amor a través de mi vida, abre, mi Dios, mis ojos espirituales para ver y experimentar el poder de tu Espíritu obrando a través de mí. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.” 2 Reyes 6:17
3. Reflexiona
En el presente, ahora que el Espíritu ha llegado a nosotros, por medio de la confianza en Cristo, Él es quien nos ayuda a navegar por el mundo espiritual, nos protege del mal y nos guía. Un ejemplo es cuando navegamos en el mar en un barco de vela, pues necesitamos de las corrientes de aire, de su fuerza impulsora para avanzar, de un timón que modifique la dirección de las velas para direccionar la ruta y de una brújula para orientarnos. Haciendo un paralelo en nuestro caso, el Espíritu Santo es el viento que impulsa las velas de nuestra vida, actuando en nosotros conforme a la Palabra de Dios para direccionar el rumbo y cumplir su voluntad. Entonces, el Espíritu Santo es la clave de la vida cristiana y mora ahora en nosotros gracias a la fe en Jesús (Juan 14:17, 1 Corintios 3:16, 2 Timoteo 1:14).
Sin embargo, muchas veces ignoramos al Espíritu Santo, no lo escuchamos o somos insensibles a su voz, entonces ¿cómo podemos ser sensibles al Espíritu Santo y a su voz? La respuesta correcta es por medio de la fe y la oración, o la oración hecha con fe, “porque por la fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7), como nos muestra el pasaje de hoy, donde Eliseo clama y Dios abre los ojos espirituales del siervo para ver la protección y poder de Dios actuando a favor de los suyos.
Como observamos, el mundo espiritual afecta nuestras relaciones personales, nuestra vida laboral, salud, economía y determina nuestra vida y sobre todo nuestra vida eterna. Cuando oramos estamos colocando en acción fuerzas espirituales, que obran sobre las circunstancias del mundo visible. El Espíritu Santo es la promesa de Dios para acompañarnos en nuestra vida diaria, y para tener acceso directo al mundo espiritual y para adorar a Dios en la forma correcta: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24). Así que este conocimiento determina nuestro grado y forma de adoración a Dios.
Si seguimos estos principios, y crecemos en la fe quitando toda condenación, ya la dimensión espiritual no será desconocida, sino que sabremos usarla a nuestro favor y para la gloria de Dios. (Hebreos 5:14).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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