La caña cascada
2017-04-06
1. Oración inicial
Gracias Cristo, mi amado Redentor, solo tú me rescataste de mi quebranto y restauraste mi vida para tu gloria, me levantaste con tú amor, me recibiste en tus brazos con todos mis temores y mi fragilidad y me transformaste en un instrumento útil para colaborar en la salvación de este mundo necesitado. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley. Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias”, Isaías 42:1-9
3. Reflexiona
Estos versículos revelan una gran verdad. Jesús el siervo sufriente experimentó el dolor humano, por eso se compadece al comprender nuestro padecimiento, nos sana y nos transforma.
En las culturas antiguas se desarrollaron métodos para transformar la caña en papel y para elaborar objetos artesanales. Descartaban aquellas cañas que estaban quebradas y parecían no servir. De la misma manera, a pesar de los golpes de la vida, Cristo es un salvador compasivo y misericordioso. Igual que el siervo de Dios vio la caña cascada entre millones en el Río Nilo, Jesús nos vio a cada uno de nosotros quebrantados, abatidos y nos escogió entre multitudes.
Vio nuestra fragilidad y tuvo compasión, porque el mismo experimentó el dolor, la soledad y la injusticia. Se inclinó hacia nosotros para rescatarnos y como ese pábilo humeante, no puso fin a nuestra fe, aun cuando pareciera que la llama se estuviera extinguiendo. No, Él prometió justicia por medio de la verdad y no se cansará, ni desmayará, hasta que vea su Reino de justicia establecido en esta tierra.
Cuando nos sintamos como esa caña cascada, heridos o quebrantados o consumidos como el pábilo humeante, como esa mecha de la lámpara recién encendida, lista a apagarse en cualquier momento. Dios no nos aplastará, ni nos echará al lado como algo inútil, sino que nos levantará con su amor, para restaurarnos y usarnos para su gloria. Avivará nuestra vida espiritual.
Jesús es tierno con los perdidos por la vida, no los desprecia, ni pondrá sobre ellos más trabajo o sufrimiento del que pueden tolerar, sino que mostrará su misericordia y por el poder de su Palabra y su gracia los redimirá y restaurará. Por eso, debemos compartir el evangelio de salvación a otros, para que sean bendecidos como nosotros, cuando oímos, creímos y obedecimos.
Reflejemos la bondad y el amor con las personas que nos rodean, la humanidad está esperando los atributos amorosos de Dios, para ser rescatada de las manos del enemigo.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn