La bendición de servir a Jesús
2019-10-20
1. Oración inicial
Gracias Señor porque me has dado gracia, amor y paz abundante, y ahora es mi compromiso por amor dar de lo que me diste, enseñando a los demás tu Palabra. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”, Marcos 10:44-45
3. Reflexiona
El Señor Jesucristo se despojó y se hizo siervo, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de siervo y se hizo hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz, como morían los criminales, para salvarnos y para darnos vida eterna (Filipenses 2:5-8).
Por esta razón estamos llamados a tener esa misma actitud que tuvo Cristo, de servir a todos, despojándonos a nostros mismos, de nuestro egoísmo, del “yo primero”, o de suponer erróneamente que si ya estoy con Cristo, los demás no importan.
Es mejor tener la actitud que tuvo Pablo, y decir de corazón “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”, ay de nosotros si no enseñamos a otros el mensaje de la Palabra que da vida.
Debemos por lo tanto, entender que anunciar a Cristo y enseñar su Palabra es un privilegio, es la mayor bendición que puede tener un ser humano, porque no se trata de cumplir objetivos temporales sino de alcanzar metas eternas.
Si Dios elevó a Cristo al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres (Filipenses 2:9), a nosotros también nos llenará de honra, Jesús mismo lo prometió cuando dijo: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Nos premiará como un padre premia a sus hijos que le obedecen y nos recompensará no sólo en el tiempo presente sino en la eternidad, de acuerdo a sus promesas. Cuando colocamos a Cristo y a anunciar su Palabra como nuestra prioridad de vida, Él promete darnos mucho más que solo cosas materiales (Mateo 19:29), sino riquezas espirituales, de paz sobrenatural, amor y gracia sobreabundante, porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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