La avaricia del hombre
2020-05-22
1. Oración inicial
«Padre nuestro que estás en los cielos, líbranos Señor del amor al dinero que conduce al hombre a la avaricia y a todos los males que de ella se derivan; que nuestro corazón y nuestra vida sean solamente para amarte a ti Señor con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente, y con todas nuestras fuerzas y, a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.” Eclesiastés 5:10
“Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.” Eclesiastés 5:15
3. Reflexiona
En la actualidad el 1% más rico de la población del mundo posee más riqueza que el 99% de los habitantes del planeta y, esta desigualdad en la distribución de la riqueza, es la responsable de generar y aumentar todo otro conjunto de desigualdades que cercenan los derechos de los que menos tienen. Ese 1% más rico, que ama el dinero, es insaciable y entre ellos compiten por ser el más rico del mundo o por mejorar posiciones en esa escala de la inequidad humana. Pero Dios que es justo dice que “el que ama el mucho tener no sacará fruto. También esto es vanidad” y lo dice porque con estos avaros acontece que “Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.” (Eclesiastés 5:12)
El amor al dinero, convertido en avaricia, hace perder al hombre la perspectiva de la vida, en el sentido de que pierde la proporción de lo que realmente necesita y, en su insaciable deseo por el dinero, acumula riquezas que en su efímera vida no alcanzará a gastar y olvida que “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su mano.”
Sigamos por tanto el consejo de nuestro Padre Celestial “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (San Mateo 6:19-21)
Además, claramente el Señor nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” (Lucas 16:13) La decisión es nuestra.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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