La agonía de Jesús
2016-03-25
1. Oración inicial
Señor Jesús, ten piedad de mí, enséñame a seguir tu ejemplo de obediencia, sumisión, amor y bondad que te llevó con heroísmo a cumplir la voluntad de Dios, y en los momentos de tentación ayúdame a orar y velar para no caer. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.
3. Reflexiona
Jesús mostró su naturaleza humana en este pasaje, sus horas de lucha y agonía en el huerto de los Olivos, antes de ir a la cruz. Las palabras usadas aquí denotan el rechazo que sufrió, la tristeza, la amargura que perturbaba su corazón, casi consumido por la pena y el desánimo al saber al tipo de muerte al que habría de enfrentarse. Pero su espíritu humano siguió unido a la eterna e inmutable voluntad de Dios Padre.
Como dice Hebreos 5:7 “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”.
Durante su vida terrena aprendió por el sufrimiento la obediencia. Mostró su perfecta voluntad de llevar la carga de sus sufrimientos, al someteré a todo por nuestra redención y salvación. Conforme a este ejemplo de Cristo debemos estar dispuestos a beber de la copa más amarga que Dios nos ponga por causa del evangelio. Aunque nuestra naturaleza se oponga, debemos someternos a su voluntad.
La vida cristiana es de obediencia y renuncia continua los placeres del mundo, siempre estaremos tentados para que no cumplamos sus propósitos, por eso debemos velar y orar y mirar continuamente al Señor, para que nos sostenga y estemos a salvo.
El Señor tenía una visión completa y clara del padecimiento que tendría que soportar y aun así, habló con la mayor calma en ese momento a pesar de que tenía pleno conocimiento del pecado y de la inmensa magnitud de la culpa por la cual iba a hacer expiación. Cuan agradecidos debemos estar con nuestro Redentor por aceptar por nosotros semejante sacrificio.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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