La actitud hacia el dinero. Parte 2

Amado Dios, quiero despojarme de todo arraigo a las cosas materiales, de todo afán por las riquezas, quiero limpiar mi corazón para que yo pueda ser de tu agrado, ayúdame Señor en mis debilidades y fortaléceme con tu Santo Espíritu. Gracias Señor, amén.

“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición”, 1 Timoteo 6:9

La Biblia describe cómo nuestra actitud hacia el dinero influye en nuestra forma de tratar a los demás. Dice: “El pobre es odioso aun a su amigo; Pero muchos son los que aman al rico” (Proverbios 14:20), quizás menospreciamos a los pobres, y halagamos a los ricos. Jesús habló: Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, Lucas 12:15.

Salomón, un rey con muchas riquezas, mencionó tres dificultades que les surgen a los amantes del dinero:
– Desasosiego: “Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia” (Eclesiastés 5:12).
– Insatisfacción: “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto” (Eclesiastés 5:10a).
– Dispuesto a violar la ley: “El que se apresura a ganar riquezas no permanecerá inocente” (Proverbios 28:20).

Cuántos viven engañados, pensando que el dinero lo compra todo, y es así como se hunden los hombres en destrucción y perdición.
La humanidad ha adoptado una percepción del dinero muy distinta a la que se describe en la Biblia. Es sorprendente que Jesús habló muchas veces del dinero y las posesiones, pues es un problema arraigado en el corazón del ser humano. La Biblia tiene las respuestas, ofrece efectivas soluciones a los problemas monetarios, y conforme apliquemos sabiamente los principios de la economía de Dios, comenzaremos a tener libertad financiera.
El dinero debe usarse de una manera que agrade a Dios. Ser utilizado con responsabilidad, integridad y honradez. La Biblia también nos aconseja dar. Todo el que desea agradar a Dios debe ser dadivoso porque Dios ama al dador alegre.
Hermano, “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” Proverbios 22:4