Jesús sigue buscando posada en los corazones
2018-12-16
1. Oración inicial
Señor, no hubo sitio para ti el día de tu nacimiento, sólo hallaste sitio en la cruz donde entregaste tu vida para salvarme. Gracias por tocar la puerta de mi corazón y disponer mi voluntad para recibirte como mi Señor y mi Salvador, llenaste el vacío que había en mi vida y me limpiaste de toda iniquidad. Ahora vives en mí, fluye en mi vida para que otros te conozcan. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
«Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón», Lucas 2:1-7
3. Reflexiona
Durante el imperio romano los censos se hacían cada catorce años con el doble objetivo de cobrar impuestos y ver quien era apto para el servicio militar obligatorio. Los judíos eran exentos, pero tenían que cumplir con los impuestos, por eso José se ve obligado a trasladarse a Belén, su lugar de origen para ser censado según el edicto gubernamental. Tenía que recorrer ciento treinta kilómetros desde Nazaret hasta Belén con María su mujer, que estaba en embarazo. No fue un viaje fácil, además llegó al pueblo abarrotado de viajeros, con alojamientos que eran muy primitivos; tenían que llevar sus provisiones y lo único que el posadero ofrecía era forraje para los animales y fuego para que preparasen sus alimentos.
José y María no encontraron alojamiento y se les ofreció sólo una pesebrera para descansar, pero cumplidos los días de su embarazo, María tuvo que dar a luz en ese lugar. Nuestro Rey y Salvador nació en una condición muy humilde, despojado de toda su majestad y encarnado en una naturaleza humana. El decreto de Augusto César salió en el tiempo de Dios y de acuerdo a su plan perfecto para traer a su Hijo al mundo.
Esa es la verdad de aquella noche: todo un Dios poderoso, supremo, soberano y glorioso vino a hacerse hombre y a habitar entre nosotros por un tiempo. Lastimosamente pasó desapercibido para el pueblo y para los religiosos de ese entonces que se supone deberían conocer las profecías sobre el Mesías. En ese día se cumplió la promesa de Miqueas 5:2 “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”. Jesús nació en el pueblo profetizado.
Quizás no era el ambiente que los judíos esperaban para el nacimiento de su Rey, pensaron que el Mesías prometido nacería en un ambiente real, esto nos muestra que a Dios no lo podemos limitar. Él obra de manera inexplicable, aún en la oscuridad del pecado y en lo sucio y vil del mundo. Por eso no importa qué tan parecido a una pesebrera pueda estar nuestro corazón, Jesús anhela entrar en Él para limpiarlo y restaurarlo.
Hoy el mundo sigue ignorando a Jesús, la Navidad se ha convertido en un tiempo de fiestas, de consumo excesivo, de luces y bullicio que nada tienen que ver con aquella noche en Belén. Jesús sigue buscando posada, trata de entrar en los abarrotados corazones de los hombres, y se le sigue rechazando igual que entonces.
Él es el Salvador y ofrece más que cambios superficiales, ofrece nuevos corazones. La decisión es nuestra.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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