Jesucristo y la redención
2022-07-09
1. Oración inicial
«Señor Jesucristo, no solo creaste este mundo perfecto por amor a nosotros, sino que nos redimiste pagando con tu sangre el precio por nuestros pecados. Todo esto lo hiciste por amor y por gracia, sin nosotros merecerlo. Eres supremo sobre todo. No nos alcanzaría la vida, para darte las gracias por tanto. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“…y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”, Colosenses 1:18–20.
3. Reflexiona
La Iglesia de Colosas estaba pasando por un momento de confusión, ellos habían olvidado quién era Cristo y cuál fue su obra, seguían cuestiones religiosas o de moda, tratando de añadirlas a las sanas enseñanzas que habían recibido del apóstol Pablo. Pablo les exhorta en esta carta iniciando con una profunda explicación acerca de la obra de Cristo, les recuerda su papel supremo y preeminente en la creación: Jesucristo es quien crea (porque Él es verbo), Él es quien da propósito y Él es quien sostiene todo lo creado como lo vimos en el devocional previo. Hoy explicaremos la supremacía de Cristo en la redención (pago para liberar al hombre del pecado y de la muerte espiritual).
La creación que incluyó al hombre y a la mujer se echó a perder por causa del pecado. Adán y Eva desobedecieron y con su desobediencia entró la muerte y la separación eterna con el Creador. Así que Cristo nos redimió mediante “la sangre de su cruz” (como pago por nuestros pecados) y mediante su resurrección nos dio una nueva vida imputándonos (atribuyéndonos) su justicia y presentándonos ante Dios Padre como un nuevo hombre, donde cada uno es un miembro de su cuerpo (la iglesia) y Cristo es la cabeza (quien lo sostiene, le da propósito y lo guía). Su obra está completa y no hay que añadirle nada a esto “por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas”.
La moda y las religiones no salvan, el aceptar el regalo de Cristo sabiendo que no lo merecemos, sí. Concentrémonos en conocer a Cristo y vivir en gratitud por todo lo que ha hecho por nosotros.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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