Jesucristo toca a tu puerta - Auténticos hijos de Dios

Padre Amado, te doy tantas gracias porque un día tocaste a la puerta de mi corazón, y yo escuche tu voz, te abrí mi corazón, te permití entrar a tomar el control de mi vida y pude entender que me tomaste en tus brazos, me diste tu infinito amor, perdonaste mis pecados y me diste salvación.
Como no darte gracias Padre, si me adoptaste como el más preciado de tus hijos. Amen

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3:20

Es un hermoso cuadro del Señor Jesucristo, golpeando suavemente la puerta del corazón del pecador y esperando pacientemente una respuesta. Es una ilustración preciosa de la amorosa y tierna bondad del Señor Jesucristo. Él está a la puerta y llama. Él no impone su presencia, ni obliga a nadie a alojarlo en su vida íntima o en su corazón. Usted es quien decide si abre su corazón, su vida, o si por el contrario, se niega a escuchar esa voz, y le dice que se marche, que no le necesita, que se encuentra muy cómodo en su mundo, y que no tiene ninguna necesidad de su compañía. Pero, aunque le hayamos rechazado una y otra vez, Jesucristo continúa esperándonos con sus brazos abiertos. Su inefable voluntad es convertirnos en verdaderos hijos de Dios, perdonándonos, y amándonos; él quiere que todos procedamos al arrepentimiento.
La Biblia dice: Entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo, nos habla de comunión, de comunicación, y de interacción íntima con el Dios de la Creación. El «cenar», indica el alimentarse de la Palabra de Dios. Indica llegar a conocer a Jesucristo íntimamente y personalmente.
¿Has abierto de par en par la puesta de tu corazón para que Jesucristo entre en tu vida? ¿Has permitido que camine por todas las habitaciones de tu ser o aún hay áreas de tu vida reservadas para ti?