Honrando a mamá. Parte 1
2023-05-22
1. Oración inicial
«Gracias Señor Jesús por ponerte como ejemplo en toda situación, aún estando en la cruz me enseñas lo importante de demostrar con actos el amor, pero no el humano sino el que es bueno y puro, el amor de Dios; Espíritu Santo ayúdame a imitar a Jesús y a reflejar el amor de Cristo honrando sabiamente a mamá, amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.” Juan 19:26-27
3. Reflexiona
La palabra de Dios nos dice que el amor de Dios, por toda la humanidad, se ve reflejado en la obra de Jesús (Juan 3:16, 1 Juan 4:9-10), pero también en ese mismo acto podemos ver cómo Cristo manifiesta de forma particular su amor, cuidado y respeto hacia su madre, dándonos así ejemplo, de lo que significa verdaderamente el honrar a mamá.
El Señor, estando en agonía y a punto de morir en la cruz decide, sin importar su dolor, mirar y despedirse de quien había cuidado de él con tanta bondad y dedicación durante toda su vida; en ese momento Jesús hubiera podido manifestar cualquier tipo de palabras de gratitud, pero si analizamos el versículo 26, nos daremos cuenta que más que expresar palabras, lo que hizo fue demostrar con acciones su gran amor: “Mujer, he ahí tu hijo”, Cristo entiende que María está enfrentando un gran dolor al tener que verlo en esa cruz, pero sabe que ella no necesita palabras de consuelo, necesita amor, necesita un hijo, que al igual que Jesús, la cuide, la respete, la quiera y vele por ella más que con palabras, con actos; es por ésto que decide ponerla al cuidado de su discípulo amado, de Juan, para que de la misma manera que el Señor lo ha hecho, honre, cuide y ame ahora a su madre.
Aun en la cruz Cristo puso su amor en acción, y cuánto ejemplo nos da para que nosotros hagamos igual, pues si Jesús de manera práctica proveyó lo que su madre necesitaba en ese momento; señalándole los brazos en los cuales podría encontrar un abrazo de consuelo, la persona que le podría dar palabras de aliento, y con quien podría pasar esos días difíciles, mientras el gozo de la resurrección se manifestaba; nosotros también de manera práctica debemos y podemos hacerlo, proveyendo igual para las necesidades de nuestras madres.
Quizás en la actualidad algunas de ellas ya no están y han partido a la presencia del Señor, pero podemos como el discípulo amado, proveer a aquellas madres, que se encuentran en este mundo solitarias o abandonadas, con sencillos actos que demuestren el amor de Dios: a través de un abrazo, reconociendo su ardua labor en casa, ayudándolas, acompañándolas, escuchándolas, satisfaciendo sus necesidades, o sencillamente diciéndoles: ¡TE AMO MAMÁ!
La invitación es para que hoy y todos los días honremos a éstas grandes mujeres como Dios nos ha enseñado: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Efesios 6:2-3), pero sobre todo para que demostremos nuestro amor por ellas compartiendoles del Señor, para que al igual que nosotros, ellas también por medio de la fe puedan disfrutar de una eternidad en la presencia de Dios.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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