¿Has visto a Jesús?

Señor te ruego que abras mis ojos para que vea, coloca colirio espiritual para ver más allá de las circunstancias, quiero verte cada día en mí andar diario, que te vea a través de mi prójimo, a través de tu Palabra que es viva. Amén.

«Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron. Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado”.
“Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

Jesús se manifiesta de diversas maneras, para acercarse a los seres humanos, son muchos los que escuchan hablar de Él, sin embargo no le ven y no le creen. Solo cuando tengan un encuentro personal con Jesús podrán verlo resucitado, al Cristo Vivo que sigue en este mundo ofreciendo la salvación a toda criatura.
Muchos le han recibido y son salvos, pero no lo ven actuando en sus vidas. Han participado de la gracia de Dios y nunca han visto a Jesús, parece como si estuviera quieto dentro de ellos. Eso sucede por falta de fe, porque debemos distinguir entre lo que vemos que Jesús es y lo que Él ha hecho para nosotros. Si solo vemos lo que Él ha hecho para nosotros, es solo mero conocimiento intelectual, no tenemos un Dios lo bastante grande, pero si hemos tenido una visión de Jesús tal como Él es, las experiencias podrán venir y pasar, y nos sostendremos “como viendo al invisible”.
Es una cuestión de fe y de entrega, cuando le dedicamos nuestra vida sirviéndole empezaremos a comprender por completo la realidad de su presencia en nuestra vida. Hay ojos que miran y ojos que ven. Los que ven tienen fe, tienen visión tienen esperanza, ven a Jesús respaldándole, protegiéndole, sustentándole, ven la gloria de Dios. El que mira solo ve más allá de su nariz, ve la dificultad en vez de la oportunidad, ve los problemas pero no la solución, ve la enfermedad pero no al médico sanador.
Enfoca el faltante pero no la provisión. Desconoce la provisión de Dios en su Palabra y esto le impide ver el poder de Dios y su mover diario en la vida de los que creen por la unción del Espíritu Santo.