Guerra espiritual, parte 2
2021-07-14
1. Oración inicial
«Papito Dios, te ofendo una y otra vez, por no saber controlar mi enojo y airarme fácilmente, permíteme entender que la guerra no es contra la persona que me ofendió o con la que estoy en desacuerdo, sino contra el acusador que me quiere destruir y robar la paz que tù me regalas. Hazme cada día más humilde para someterme a tu voluntad y no obedecer al mal, gracias Dios. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Efesios 6:12
3. Reflexiona
La guerra no es contra hombre de carne y hueso sino contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, es lo que nos dice la Biblia que estamos enfrentando; es decir que, ¿el enemigo a vencer no es mi papá, mi hijo, mi esposo o mi hermano? por supuesto que No. Si hay algo que el Señor quiere que entendamos el día de hoy, es esto, que cuando se presenten diferencias, críticas, disgustos o problemas con nuestro prójimo, no es contra ellos que debemos batallar, sino contra esa mentira, engaño o malicia que el enemigo ha insertado en nosotros y en la otra persona. Y ¿cómo podemos hacer esto?
“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” (2 Corintios 10:5). Presentar delante de Dios ese pensamiento o sentimiento que nos está llevando a deteriorar o romper una relación, es una de las claves para poder ganar esta batalla espiritual; cuando nosotros hacemos esto, estamos permitiendo que sea en el poder y con las armas de Dios que se enfrente esta guerra, porque es renunciar a mi orgullo y autosuficiencia de pensar, que aquello que estoy diciendo o sintiendo es la verdad y que solo yo tengo la razón, para mejor someterlo a Cristo en humildad, esperando que sea Él quien me revele si ese pensamiento o sentimiento está o no conforme a su voluntad, y así permitir que se derribe en caso de que esté en contra del conocimiento de Dios.
Finalmente, algo que podemos hacer muy poderoso y que garantizará que el enemigo no tome ventaja sobre nosotros es, “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.” (Eclesiastés 7:9). Cuando nosotros, a pesar del disgusto o desacuerdo con la otra persona, no buscamos el camino del enojo y no permitimos que esa situación nos lleve a pecar, estamos resistiendo firmemente los ataques del maligno; el no dar lugar a una ira pecaminosa es asegurar un paso más para ganar esta guerra espiritual. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:26-27).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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