Guarda tu corazón de toda amargura, ira y enojo.
2020-01-15
1. Oración inicial
Padre amado, muchas veces me he enojado, he sentido ira y guardado rencor. Pero hoy me despojo de todo resentimiento, enojo, ira y rencor. Ven Espíritu de Dios a mi corazón y límpiame. Cautiva mi pensamiento con tu Palabra, y pon en mí actitudes de perdón. Te entrego mi vida para vivir según tu consejo y caminar a la luz de tus mandamientos y ser benigno, misericordioso y perdonador así como tú me has perdonado. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”, Efesios 4:31-32
3. Reflexiona
Cuando dejamos brotar las raíces de amargura y se arraiga el resentimiento en nuestro corazón, esto ejercerá como ponzoña mortal que destruye el amor y afecta la comunión con Dios. La Biblia dice: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15)
Leemos en la Biblia que Esaú se enojó con su hermano Jacob, pues un día Jacob se encubrió e hizo creer a su padre que él era Esaú, y le robó la bendición de la primogenitura. Esaú se enojó tanto que decidió matarlo, por ello, abandonó su casa y vivió lejos de la familia, con resentimiento y dolor. Se casó con una mujer contraria a sus creencias, lo cual causó amargura a sus padres. Hasta que un día, Dios habló al corazón de Esaú y lo condujo a buscar a su hermano para pedirle perdón y reconciliarse. Sin embargo, habían transcurrido alrededor de 40 años de dolor y toda la familia estaba afectada.
Vemos también el caso de Caín y Abel quienes trajeron ofrendas a Dios, pero el Señor miró con agrado la ofrenda de Abel, porque la hizo de acuerdo a la voluntad de Dios y no miró con agrado la ofrenda de Caín, quien se llenó de resentimiento y odio hacia su hermano hasta el punto de matarlo. Vemos pues que cuando el enojo o la ira no se sacan del alma, echan raíces poderosas que envenenan el corazón hasta llevarlos a la muerte y al dolor.
Las emociones como la ira, la envidia, el resentimiento, los deseos de venganza, la depresión, la amargura, son tan dañinos que destruyen la salud espiritual, emocional y física de la persona. Estas cosas abren la puerta a los demonios que vienen a matar y destruir.
Hermano está demostrado que las emociones dolorosas van al cuerpo y enferman las células, pues muchas enfermedades tienen su origen en enojos y resentimientos acumulados y reprimidos, por tanto, la actitud correcta es ser benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros pues la reconciliación trae sanidad, gracia y bendición.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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