Gloriosa victoria de Cristo
2019-08-10
1. Oración inicial
Señor Jesucristo toda gloria, todo honor, toda honra son tuyos, porque fuiste el Cordero inmolado que triunfó sobre el pecado, la muerte y que derrotó al enemigo de mi alma. Gracias por ocupar mi lugar, darme salvación y vida eterna. Gracias porque ya no estoy en condenación y nadie puede acusarme. Toda la victoria fue tuya. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:13-15
3. Reflexiona
Jesús en el Calvario fue el sacrificio perfecto, el Cordero sin mancha y sin pecado se entregó voluntariamente por la humanidad, su anhelo es que ninguno se pierda, por eso no se quedó clavado en el madero. Su sacrificio maravilloso, único, venció la muerte, venció al maligno cuando la resurrección puso su sello y se levantó entre los muertos. Trajo cautiva la cautividad y la expuso públicamente.
Gloriosa victoria de la cruz, gloriosa victoria de la resurrección y gloriosa victoria de su ascensión, cuando fue exaltado hasta lo sumo sentándose a la diestra de Dios Padre. Ese Cristo vivo y victorioso se manifiesta ahora por medio de su Santo Espíritu en cada creyente que lo ha recibido. El Cristo triunfante lleno de gloria y poder nos recuerda que ya no somos más nosotros, sino Él a través de nosotros pues hizo su obra completa y perfecta. Ya no vale el esfuerzo personal para ser agradables a sus ojos, sino la fe en Cristo que ya lo hizo todo a nuestro favor.
Transformó totalmente la manera de relacionarnos con el Padre, pues abrió el camino vivo a su presencia por su sangre preciosa derramada en la cruz. Nos reconcilió con el Padre, por eso no tuvo reparos en sufrir y morir por nuestros pecados. No sólo nos dejó su ejemplo de amor y entrega, sino que más allá de esto, nos habita por su Espíritu para manifestarse en y a través de nosotros. Qué privilegio para nosotros tener su naturaleza divina.
Ahora por medio de Él somos más que vencedores, somos los embajadores del Cristo triunfante, por lo tanto vivamos vidas victoriosas permitiendo que cada día sea Jesús en nosotros, irradiando su luz y su verdad en todo lo que hagamos, siendo sus colaboradores en la conquista de este mundo, instrumentos de reconciliación que llevamos el mensaje de salvación.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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