Fieles hasta el fin
2018-07-24
1. Oración inicial
Señor Jesucristo ayúdame a vivir por fe hasta el final, a ser fiel a ti y a tu Palabra, obedeciendo tus mandamientos, agradándote en todo. Trae siempre a mi memoria todas las grandes cosas que has hecho por mí, para enseñarlas a mis hijos para que nunca se olviden de ti. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos, y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel para con Dios su espíritu”, Salmo 78:5-8
“Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”, Hebreos 10:38-39
3. Reflexiona
La historia bíblica cuenta a través de este salmo las veces que el pueblo de Israel fue infiel a Dios a pesar de todos los milagros que hizo en medio de ellos. Se rebelaron después de recibir muchas bendiciones y no le dieron el crédito a Dios por cada una de sus maravillas. Sus corazones no eran rectos.
El Señor nos exhorta a ser fieles a través del libro de los Hebreos. No debemos retroceder para perdición, sino agradarlo caminando siempre en fe en todo momento y circunstancia. Dios nos ha dado la instrucción a través de su Palabra y nos insta a escuchar. Salmo 78:1 “Escucha, pueblo mío, mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca”.
Igualmente este salmo enfatiza la importancia de enseñar a los hijos, a las generaciones futuras, sus principios y estatutos para que aprendan a confiar en Dios, a no olvidar sus bendiciones, a guardar sus mandamientos y así evitar que se repitan los mismos errores de sus padres. Esta responsabilidad está en manos también de los educadores y los siervos del Señor.
La iglesia cristiana tiene este encargo en particular. Le corresponde enseñar diligentemente a los hijos de Dios la Palabra para que caminen conforme a la voluntad de Dios, no se olviden de Él y no caigan en errores por fallar en su consagración y constancia en las cosas de Dios.
Recordemos que el enemigo no puede triunfar sobre una vida que permanece llena de la Palabra de Dios y que vive en obediencia. El Señor Jesucristo instituyó la Santa Cena para que siempre recordáramos su muerte, resurrección y la promesa de su regreso con el fin de que no olvidemos su obra y seamos fieles hasta el fin.
Dispongamos nuestro corazón para oír, leer, estudiar, meditar y memorizar la Palabra de Dios, esto nos garantiza crecer en el conocimiento y en su gracia para vivir una vida abundante.
El aliento más grande que tenemos a perseverar en la fe es la seguridad que nos da Cristo al prometer que volverá. Apocalipsis 22:7 “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”.
Dios no se agrada del que se vuelve atrás en incredulidad, por eso mantengámonos fieles y consagremos nuestra vida a Él.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
Puedes compartir este devocional en Facebook, Whatsapp, Twitter y LinkedIn