Excusas. Parte 3
2017-08-06
1. Oración inicial
Señor, gracias por todos lo dones y talentos que has colocado en mi. Guíame para guardar y hacer conforme a tu Palabra de vida con toda diligencia, para ser hallado por ti en paz, sin mancha e irreprensible. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.” “Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.”
Mateo24:47, Mateo 25:24-28
3. Reflexiona
“Es que no sabia”, “Es que tuve miedo”, “Es que no estoy listo”, “Es que no puedo”, son algunas de las excusas para no hacer las cosas conforme Dios nos enseña, es decir, con toda diligencia. Así mismo como colocamos excusas para justificar el error, también lo hacemos para no hacer lo que tenemos que hacer.
El Señor en su Palabra nos enseña, que Él por medio de su Espíritu, coloca en nosotros diversos dones y talentos (1 Corintios 12), la expresión “sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí” habla de que no es en nuestra fuerza que realizamos la tarea encomendada por el Señor. Dios conoce la imposibilidad de que el hombre haga su voluntad en su propia fuerza, por esto nos dota de poder para hacerla. Pero en este punto empieza nuestra responsabilidad; en 2 Timoteo 2:15, 2 Pedro 1:10,15, 2 Pedro 3:14 y en muchos otros pasajes, el Señor nos instruye, que luego de haber sido rescatados gratuitamente de nuestros delitos y pecados, nos ha dado innumerables privilegios y bendiciones, en las cuales debemos persistir, ser esforzados y diligentes, para hacer tal y como Él nos ha enseñado. No hay excusa que valga, si tenemos a Cristo en nuestro corazón, vivamos diligentemente, haciendo lo que agrada a Dios, presentándonos a nosotros mismos como vivos de entre los muertos y todo nuestro cuerpo como instrumento de justicia (Romanos 6:13).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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