Estando siempre listos
2018-06-12
1. Oración inicial
Señor, no sé la hora y ni el día de tu Segunda Venida, pero mantenme alerta y dispuesto para ti, para seguirte cada día, con mi lámpara encendida, creciendo en mi comunión contigo y dejándome guiar por tu Espíritu y así cumplir el mandato de estar diligente en tu obra hasta que vuelvas. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”, Lucas 12:35-40
3. Reflexiona
No sabemos la hora ni el día de su venida, por eso debemos estar siempre preparados, siendo sabios y no necios en nuestra manera de vivir. Así como en la parábola el padre de familia cuida su casa, nosotros debemos velar por nuestras almas. Es la oportunidad de mostrar nuestra fe e irradiar el amor de Cristo a los demás.
Guardar, velar, permanecer despiertos, es el anhelo profundo del alma que espera expectante la manifestación gloriosa del Señor y permanecer alerta sin que el tiempo y las actividades interfieran nuestra comunión con Dios. Él retarda su venida para darnos la oportunidad de seguirle, de mostrar nuestra fe a otros y reflejando su amor al mundo.
Ahora más que nunca quiere nuestra fidelidad para Él, siendo sinceros, dispuestos, diligentes, sirviéndole con amor y entrega. La recompensa en la tierra no se puede comparar con el gran galardón que nos espera en el cielo, por eso hagamos que nuestra vida se parezca más a la de Cristo, de manera que su carácter se forme en nosotros y así estaremos listos para recibirlo.
Nos mostró cómo vivir hasta que Él regrese. Trabajemos con diligencia y seamos obedientes a sus mandamientos, la responsabilidad que tenemos es muy grande: Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.
Nos quiere ocupados en su obra hasta que venga, llenos del Espíritu Santo y del conocimiento de su Palabra, confiados en Él, porque estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Pongamos entonces nuestra mente en Dios, nuestros esfuerzos y preocupación por ganar almas para su reino eterno, viviendo en su gracia y llenos de su amor. No dejemos que nuestra lámpara se apague.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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