Escuchar tu voz
2018-01-03
1. Oración inicial
Amado Dios, aquieta mi vida para poder escuchar tu voz, abre mis oídos, mi mente y mi corazón a tu Palabra para hacer conforme a lo que me dices en ella. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis. Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él. Ciertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá. Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”. Isaías 30:15,18-21
3. Reflexiona
¿Qué tan importante es escuchar la voz de Dios? A veces estamos tan ocupados que no sacamos el tiempo para tener una buena comunión con Dios. No estamos tranquilos ni en quietud para oír su voz. Quizás estamos invirtiendo tiempo en actividades que nos roban nuestra intimidad con Él, como la internet, la televisión, etc.
Nos cuesta oír sus mandamientos cuando estos nos exhortan a dejar de pecar, a arrepentirnos y a escoger el buen camino. Si deseamos disfrutar los beneficios de buscar a Dios debemos encontrar descanso y reposo en nuestra vida para recibir su salvación, su respuesta y su guía. También permanecer en quietud y en confianza para encontrar su fortaleza en momentos de debilidad.
Cuando mantenemos reposada nuestra mente le permitimos al Espíritu Santo hablar a nuestro corazón a través de la meditación de su Palabra. A veces pasamos mucho tiempo hablando y poco escuchando lo que el Señor quiere decirnos. Que no tenga que exhortarnos como al pueblo de Israel cuando les dice: “Y no quisisteis”.
Constantemente el Señor nos recuerda el camino en que debemos andar, porque sabe que nuestra naturaleza humana es frágil y fácilmente nos extraviamos. No podemos despreciar su Palabra y los consejos de los maestros, pastores y líderes que ha puesto a nuestro lado, porque el pecado nos llevará a la ruina espiritual. Si nos apartamos del camino, enviará su voz de corrección para que volvamos a Él.
Dios respalda a los que ponen su confianza en Él y esperan en su gracia.
El Señor permite “el pan de congoja y agua de angustia” en nuestra vida, para mostrarnos que desea enseñarnos y guiarnos en tiempos difíciles. Dios nos da su eterno amor al andar pacientemente con nosotros a lo largo de la adversidad.
La actitud que tengamos para buscar a Dios puede acercarnos a Él si lo hacemos sinceramente, o puede alejarnos y privarnos de disfrutar de su misericordia cuando nuestro corazón está ausente. Recordemos lo que dice Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí”.
Pidamos a Dios que nos abra nuestros oídos para escuchar su Palabra y disponga nuestra voluntad para vivir de acuerdo a sus demandas. No vivamos de apariencias, sino con sinceridad. A Dios le importa más lo que somos por dentro que lo que mostramos a los demás por fuera.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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