Escuchar, entender y practicar la Palabra de Dios. Parte 3

Señor, guarda mi corazón del amor al dinero y dame sabiduría para administrar sabiamente mi tiempo y todas las bendiciones que tu me das. Amén

“Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.” Mateo 13:7

“El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” Mateo 13:22

Dios no se opone a que tengamos riqueza, sino a que coloquemos nuestra confianza en ellas y pasen a ser nuestro dios, por eso nos enseña que “No se puede servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).
El equilibrio y bendición vienen cuando con las riquezas hacemos lo que Dios dice, las administramos con sabiduría, sin ambiciones desmedidas. La ecuación que está en la cultura actual es que cuando poseemos más bienes mayor felicidad tenemos, sin embargo esto no es cierto y se termina comprobando en la vida de muchos famosos y multimillonarios que han muerto desdichados, vacíos y con grandes perturbaciones.
Este amor al dinero hace que muchos piensen que sus problemas están resueltos si se tiene más dinero, y por esto se gastan su propia vida en trabajar, endeudarse y quitar calidad de tiempo a su familia; luego vienen las consecuencias, las enfermedades, las relaciones familiares llenas de conflictos, etc. Al fin de cuentas, ¿de qué sirvió el esfuerzo desmedido en poseer bienes y dinero, sino se tiene la vida para disfrutarlas en compañía de nuestros seres amados?

La verdadera riqueza está en conocer y entender a Dios por medio de su Palabra, porque ésta no pasará, se mantiene firme y no se desvaloriza, es garantía de paz, seguridad, vida eterna y riquezas en gloria en Cristo Jesús. No nos desgastamos en las añadiduras si su gracia y amor en Cristo son nuestras riquezas, más que suficientes para una vida plena y llena de frutos.