Es por gracia, parte 3
2021-07-29
1. Oración inicial
«Dios poderoso, ¡cuánto nos has amado en Cristo! Es inexplicable y a la vez comprometedor, pues diste a tu Hijo por mí, para adoptarme como tu hijo, por eso, ahora es así como debo vivir, no como un esclavo del pecado reinando en el mundo, sino como un hijo del reino de los cielos, por lo que te pido Padre, que tu gracia que sobreabundó no me sea excusa para pecar, sino el poder para llevar una vida santa que te agrade y que te glorifique. En Cristo Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Romanos 6:1-2
3. Reflexiona
¿Es la gracia permiso para pecar?
Sabemos que por el puro afecto de la voluntad de Dios, por su eterno e incomparable amor, aun cuando nosotros éramos sus enemigos, Él envió a su Hijo a morir en una cruz por nuestros pecados, por gracia nos salvó por medio de la fe, nos rescató de la esclavitud de Satanás; sin merecerlo, sin haber realizado ni una obra que pudiera satisfacer la justicia de Dios y sin ser dignos de tan grande amor, el Señor nos lavó, nos santificó, nos justificó, su gracia sobreabundó; nosotros lo único que hicimos fue creer que su Hijo murió en la cruz llevando en su cuerpo todos nuestros pecados. (1 Pedro 2:24)
Entonces, es una idea errónea y falta de conocimiento, pensar que como no importó cuánto pecado o cuánta maldad yo tenía cuando fui salvo, ahora ya con Cristo en mí y siendo hijo de Dios, menos importará si sigo pecando, justificando que de eso se trata la gracia de Dios, de recibirla cuando no la merezco o cuando no soy digno de ella. En realidad, la verdad es esta “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10:29). De Dios no nos podemos burlar, Él es justo y conoce nuestros corazones; pecar deliberadamente no es un fruto de recibir la gracia de Dios, sino lo contrario, de estar sesgado y llevado por la carnalidad y por pensamientos mundanos.
La realidad y lo que debemos aprender, es a identificarnos con Cristo; la Escritura dice que si nosotros creemos en Jesús nos debemos identificar con Él, entonces, así como Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, nosotros debemos considerarnos muertos al pecado, y así como Él resucitó para la gloria de Dios, nosotros también resucitamos para vivir en vida nueva, que le agrade y que sea para su gloria (Romanos 6:4,11).
Si hemos sido rescatados de la esclavitud del pecado, ¿por qué seguiremos en Él? Ya somos libres para vivir para Dios en una vida santa guiada por el Espíritu Santo y no por las obras de la carne; “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13).
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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