Es por amor

Gracias Señor por el amor de Cristo puesto ahora en mi corazón, dame la sabiduría para vivir este amor, reflejándolo hacia los demás. Amén.

”Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba. Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella. Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.”, Génesis 29:20-22

“Si me amáis, guardad mis mandamientos.”, Juan 14:15

Jacob amaba a Raquel, por eso sirvió a Labán por 7 años, y era tanto su amor por ella que le parecieron unos cuantos días. A pesar de la dificultad del trabajo, el amor le dio la fuerza necesaria para resistir y que su espera no fuera tan pesada.
Esa es la fuerza que tiene el amor, que permite enfrentar cualquier reto y superar las más altas pruebas. Dios, por amor, envió a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).

Por amor, Jesús soportó la cruz, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:8).
Y por esa gracia ahora nosotros, cuando creemos en Él, recibimos ese amor de Dios en nuestro corazón, por esto lo que hagamos o dejemos de hacer debe ser por amor.

Por amor al que nos amó primero y nos enseñó lo que es el verdadero amor, nos levantamos, servimos, trabajamos y todo lo hacemos para su gloria y su honra; por amor obedecemos sus mandamientos. No es un amor forzado u obligado, sino un amor sincero y honesto; nuestra obediencia debe venir por lo tanto de un amor perfeccionado. Entre más comprendemos y experimentamos ese amor que tuvo Cristo por nosotros, más obedientes somos.

Llamados somos entonces a hacer todo por amor, que esa sea nuestra razón para hablar, para hacer las cosas; que al levantarnos y al acostarnos podamos decir que todo lo que hicimos ese día, lo hicimos por amor.