¿Eres tú el Cristo?
2017-04-14
1. Oración inicial
Señor gracias por ser mi suficiente Señor y Salvador. Por haber entregado tu vida para liberarme del pecado y darme vida eterna. Quiero ser ese testigo verdadero para colaborar contigo en la salvación de este mundo. Señor la mies es mucha y los obreros somos pocos, levanta obreros para poder ir a esa mies. Amén.
2. Lee la palabra de Dios
“¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca”. Lucas 22:67-71
3. Reflexiona
En pleno siglo XXI. Quizás muchos se siguen haciendo esta pregunta: “ ¿Eres tú el Cristo? No reconocen a Jesucristo como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Siguen creyendo que solo fue un buen hombre o un gran profeta. Siguen en tinieblas, ajenos a la vida de Dios, viviendo en pecados y delitos. La obra ya fue hecha por Jesús hace miles de años, sin embargo muchos continúan cegados y sus almas cautivas por el enemigo.
Esta pregunta hecha a Jesús lo llevó a la condena de muerte. Su respuesta fue para sus jueces una prueba en su contra. Lo condenaron por blasfemo, pues el pretender ser el Hijo de Dios era un insulto a la majestad de Dios y esto se castigaba con la muerte.
Los ojos de los sacerdotes y escribas de ese tiempo estaban cegados, condenaron y crucificaron a un inocente. No vieron el amor de Jesús que se sometió a enfrentar un juicio por la humanidad, de manera que no tuviéramos que sufrirlo nosotros y recibir el justo castigo por nuestros pecados.
Trágico el hecho de que cuando Jesús enseñó el evangelio del amor, sanó, hizo señales y prodigios a multitudes, ninguno recordó el beneficio recibido, en cambio recibió condenación, humillación y un injusto juicio. Pero, glorioso el hecho que Jesús, aun saliendo de una noche de interrogatorios maliciosos, burlas y maltratos, no tenía la menor duda de que se sentaría a la diestra de Dios Padre y su victoria era segura. Tenía una fe que desafiaba a los hechos. Nunca pensó, ni por un momento, que los hombres podían derrotar el propósito de Dios.
La Biblia dice que a los suyos vino y los suyos no le recibieron. Vino a Su propio hogar, a Israel, y los suyos no le dieron la bienvenida. Eso Le sucedió a Jesús hace mucho… y Le sigue sucediendo.
El sigue tocando la puerta de hombres y mujeres espiritualmente ciegos, que no conocen su amor, que todavía no entienden el propósito de su muerte, que ignoran que se levantó victorioso de ella para darles vida eterna, Jesús sigue compadeciéndose de aquellos que andan errantes, desamparados y sin esperanza eterna.
Por eso quiere que nosotros los cristianos dejemos ya la pasividad y nos levantemos con el poder del Espíritu Santo, motivados por la fe en Él, con corazones quebrantados, con un espíritu de humildad y búsqueda de Dios, a predicar el evangelio a irradiar con nuestro testimonio a ese Cristo Vivo que quiere seguir transformando vidas.
No podemos como Pedro, seguir negándolo, o como Judas traicionándolo. La autoridad de nuestra vida transformada es la evidencia de la realidad cristiana para este mundo en tinieblas. Hermanos el tiempo ha llegado levantémonos a cumplir la Gran Comisión. Dios cumplirá su propósito de salvación a pesar de nosotros, porque no dejará de cumplir sus promesas. “La tierra será llena de su gloria, la cubrirá, como las aguas cubren el mar”.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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