¿Entiendes lo que lees?
2022-06-04
1. Oración inicial
«Padre, hoy te alabo porque has puesto en mí y en todo aquel que decide creer en la obra de tu Hijo Jesucristo, a tu Santo Espíritu, pues ¿qué sería de mi vida sin su dirección? ¿Cómo podría conocerte si no tuviera su revelación? Gracias porque Él es quien me capacita, me enseña tu verdad y me lleva a sumergirme en las profundidades de tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.»
2. Lee la palabra de Dios
“Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?”, Hechos 8:29-31a
3. Reflexiona
En esta porción bíblica vemos cómo el Espíritu Santo de Dios es quien llama la atención de Felipe para que se dirija por el camino del desierto, que va de Jerusalén a Gaza, con un objetivo específico y es que en ese lugar se encuentra un hombre Etíope que está tratando de comprender, en sus propias fuerzas, a qué persona estaba haciendo referencia el profeta Isaías cuando decía: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.” Isaías 53:7
Lo impactante de este relato es ver cómo a través de la vida de uno de los discípulos del Señor Jesús; el Espíritu Santo decide usarlo como instrumento para llevarle a entender a este etíope que la forma correcta de conocer a Dios no es sentándose y tratando de interpretar las Escrituras de acuerdo al pensamiento humano, pues ninguno de nosotros tiene la capacidad de comprender la profundidad de Dios, más bien a lo que lo quiere conducir, es a que crea y experimente cuán necesaria es la revelación del Santo Espíritu de Dios para que Él mismo nos sea dado a conocer (1 Corintios 2:10-11)
Es por esto que Felipe decide preguntarle al hombre aquél: “Pero ¿entiendes lo que lees?” Y es esta misma pregunta la que hoy Dios nos quiere hacer a cada uno de nosotros, pues cuando leemos su palabra ¿entendemos lo que estamos leyendo? Y si es así ¿de quién estamos pensando viene la revelación? ¿De nosotros mismos, de nuestra capacidad o inteligencia? O por el contrario, viene de Dios.
Y el mismo Jesús fue uno de los que manifestó a viva voz esta verdad, recuerdas cuando el Señor les pregunta a sus discípulos ¿quiénes decían los hombres que era Él? Muchos de ellos respondieron bajo el concepto que tenían en sus mentes del creer de la gente, pero solo uno de ellos tuvo la respuesta correcta al decir: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Mateo 16:16b ¿Acaso esta respuesta tan extraordinaria podría venir de un hombre? Pues no, miremos Mateo 16:17 “Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Esto mismo es lo que el Espíritu Santo a través de su palabra nos está recordando el día de hoy, lo que sabemos y conocemos del Padre nos es dado únicamente por la guía, revelación y poder de Dios, pues su Espíritu es quien nos enseña y recuerda todas las cosas que provienen de Él (Juan 14:26).
Hermanos, cuán importante es reconocer que necesitamos a nuestro Ayudador, el Espíritu Santo de Dios, para que nos lleve a comprender no solo a nosotros sino también a todos los santos, las profundidades de nuestro Creador. Así que hoy pidamos su guía y dirección y alabemos a Dios porque Él es quien decidió que su Espíritu morara en nosotros, por la fe en Jesús, para que fuésemos guiados a toda la verdad. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Romanos 11:33-36.
4. Alaba a Dios
5. Comparte
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