En un mundo inseguro, Jesús es el único refugio
2017-11-06

1. Oración inicial
Señor, en ti estoy confiado, tus promesas las he puesto como mi refugio seguro. Amén.

2. Lee la palabra de Dios
“Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.” Isaías 24:5

3. Reflexiona
Vivimos en un mundo inseguro, los robos han aumentado de una forma alarmante, los asesinatos, el radicalismo religioso; así mismo los fenómenos naturales, las catástrofes y terremotos anuncian una tierra enferma por el pecado del hombre. Isaías lo predijo en el capítulo 24 y en muchos otros pasajes de la Biblia.
Indudablemente la falta de valores y principios cristianos están arrasando con la sociedad, cada vez más engañada con pensamientos “postmodernistas”. Al que practica los principios bíblicos lo tratan de anticuado y de ser una persona con fobias a las “nuevas tendencias”.
En las escuelas y colegios se están inculcando enseñanzas que contaminan la mente de nuestros hijos, llevándolos a aceptar mentiras que atacan su identidad como seres creados a la imagen y semejanza de Dios y llevándolos a pensar que son seres independientes de Dios, que son su propio dios y que pueden hacer con su cuerpo y vida lo que mejor les parezca, estimulándolos al libertinaje y consecuentemente a la enfermedad y a la muerte.
Ante este panorama tan gris y peligroso, ¿Dónde está nuestra esperanza? ¿Cuál es nuestra seguridad? Nuestra única esperanza verdadera es Cristo, y nuestra seguridad está en lo que dice su Palabra. Ya que tenemos la Palabra profética más segura la cual hacemos bien en estar atentos, como una antorcha que alumbra en medio de la oscuridad de este mundo (2 Pedro 1:19).
Por lo tanto, no dejemos que la inseguridad reinante en este mundo nos lleve a la preocupación excesiva, a caer en incredulidad, pues tenemos un Dios que nos dice “no se turbe vuestro corazón”, “confiad en mi”, y que el Señor en Jeremías 31:3 se ha manifestado a cada uno de nosotros por su palabra diciéndonos: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”.
Cada vez que sintamos temor o duda recordemos sus promesas y fijemos nuestra esperanza en lo que el Señor nos revela por su palabra y no en lo que en el mundo ocurre o nos dice.
Aferrémonos a Dios y a su Palabra, pues nada ni nadie nos separará de su amor, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 8:38-39).

4. Alaba a Dios

5. Comparte
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